Hace tiempo hablamos de la exigencia de la Unión Europea para cambiar las jaulas de las gallinas por unas más cómodas. A grandes rasgos se trataba de pasar de menos de un folio (550 cm2) a folio y pico (750 cm2). Además, tendrían que estar equipadas con elementos que les permitieran escarbar, anidar y dormir en una percha (no sobre el suelo sino agarradas a una barra).
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¿Cómo afecta al precio?
Una vez terminado el proceso de adaptación de las granjas avícolas llega la temida consecuencia, sube precio de los huevos. ¿Y nos enteramos ahora? ¿Así, de repente? Aunque la directiva europea es del 2003 y establecía un cambio gradual hacia las “jaulas enriquecidas”, los avicultores han tenido que realizar cambios importantes en sus granjas, y no baratos.
De hecho, con la que está cayendo y a la expectativa de lo que hicieran sus vecinos españoles y europeos, se comprende que estos empresarios hayan preferido esperar hasta el último momento para acometer una inversión tan fuerte.
Cambio de jaulas
Por una parte, había que quitar las jaulas antiguas y comprar las nuevas. Por otra, para respetar el espacio que le tocaría a cada gallina, o se construye otra nave o se quitan gallinas (la opción más elegida).
Y es que hay que recordar que estamos hablando de explotaciones con unos 100.000 animales en una nave de puesta, a seis gallinas por jaula… Ponte a calcular. Poco a poco, las granjas que pudieron han ido adaptando sus naves y otras han tenido que cerrar al no poder afrontar la inversión. La consecuencia: hay menos gallinas, ergo hay menos huevos y sube su precio.
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La adaptación del sector
El avicultor ya asumió los costes. Otros que compran gran cantidad de huevos como los fabricantes de galletas, las pastelerías y los restaurantes lo están haciendo ahora.
Con la norma hemos topado
Lo gracioso del tema es que da la sensación de que la Unión Europea, tratando de plasmar una preocupación de sus ciudadanos-consumidores sobre el bienestar animal, dictó esta norma. Se olvidó de que el bienestar tiene un coste que se asumiría sin problemas, desde el avicultor al consumidor. Esto no parece que vaya a ser así, al menos en España, segundo exportador de huevos de la UE, detrás de Holanda.
¿Qué pasa con la calidad?
Respecto a la calidad de los nuevos huevos de gallinas algo más felices, o algo menos estresadas, no creo que cambie mucho. Las obligaciones del productor en ese aspecto siguen siendo las mismas. El contrasentido es que la misma UE no permitirá comercializar huevos de gallinas europeas infelices, pero sí permite la entrada a huevos extracomunitarios que vete tú a saber si cumplen o no los mismos requisitos de calidad y de bienestar animal.
Tal como están las cosas, quizás estemos dando los pasos hacia otros tipos de producción más sostenibles.
Actualización (enero 2016):
Según el Ministerio de Agricultura, la adaptación del sector a la normativa de bienestar ha supuesto en la práctica cambiar todas las jaulas de alojamiento de gallinas. Esto ha supuesto una inversión estimada de más de 600 millones de euros. Como resultado, el sector productor ha sufrido una importante reconversión, quedando polarizado en dos modelos de producción: las explotaciones industriales de gran dimensión que alojan las gallinas en batería, y un número creciente de pequeñas explotaciones de carácter alternativo.
Aun así, estamos muy lejos de países como Alemania, Holanda, donde las producciones alternativas (suelo, o campo o ecológicos) son mayoría (88,7% y 84.5 % respectivamente)
¿Sabías que España es el país de la UE donde viven un mayor número de gallinas en jaulas acondicionadas? El 94%. El resto se reparte en un 3% de gallinas en suelo, otro tanto de camperas y menos del 0,3% ecológicas.