Con la letra V vamos a hablar de una máquina de lo más particular. Si tuviéramos que describir a este cacharro de alguna manera sería como una especie de catamarán que navega sobre el viñedo. Una máquina partida en dos, capaz de meterse entre las cepas y agitarlas con delicadeza para que se desprendan sus preciados racimos. Las uvas se van separando en marcha y se almacenan en un depósito hasta que llegue el tractor con remolque que las llevará a la bodega.
Sean de una manera u otra, las vendimiadoras tienen una serie de componentes básicos:
El sistema para separar la uva de la planta
A grandes rasgos consiste en dos peines con varillas sacudidoras que cubren los dos flancos de la línea de vides. Al avanzar la máquina, las varillas, que están fabricadas con materiales muy flexibles, golpean las cepas provocando que los racimos de uvas se desprendan e incluso se desgranen.
El sistema de transporte de la uva a la tolva o depósito
En esencia se trata de una noria (de hecho, se denomina así). Está formada por una especie de cangilones o cestas de plástico flexible y rígido a la vez. Son flexibles para no dañar el tallo de la vid, ya que al avanzar la máquina lo “abraza” por debajo, pero lo suficientemente rígidos para sujetar en su interior el racimo sin que se escurra para elevarlo hacia la entrada de la tolva.
Las tolvas con su sistema de cribado y separación de las uvas
Los racimos caen sobre un tamiz en movimiento que hace que las uvas se suelten del racimo y permite eliminar restos de hojas o raspones (las ramitas que mantienen unidos las uvas). Estos últimos serán evacuados al exterior por efecto Venturi.
Sistemas de limpieza
Por muy delicado que sea el meneo que le da la vendimiadora a la planta de la vid, es posible que se desprendan hojas o ramitas, y que se rompan los granos de uva si estos están muy maduros. El caso es que tras una larga jornada de trabajo la máquina termina sucia y conviene limpiarla para evitar fermentaciones o restos indeseados que alteren las siguientes cosechas. Para facilitarle el trabajo al responsable de la vendimiadora, que va a tener que limpiar un cacharro con infinidad de recovecos, este a menudo viene equipado con sistema de lavado automático.
Contado así puede resultar sencillo, ¿no?
Metes la máquina entre las plantas y a tirar millas hasta que los depósitos estén hasta arriba de uvas, descargar y vuelta a empezar. Pues no. A pesar de que están preparados para ser vendimiados de forma mecánica, cada viñedo es un mundo y cada año las circunstancias pueden ser distintas.
El trabajo de un profesional del campo
Así que el encargado de manejar la máquina tendrá que decidir la altura y la velocidad de trabajo de la máquina (entre 3 y 4 km/h, una fiesta), cuántos sacudidores utilizar, a qué altura y en que disposición, la velocidad de avance de los cangilones y unos cuantos parámetros más. Y es que, por si no lo habíais sospechado a estas alturas, la agricultura también requiere de buenos profesionales.
Al igual que las cosechadoras, las vendimiadoras son máquinas muy sofisticadas y, en consecuencia, caras. Por este motivo, quien la compra quiere sacarle el máximo partido, y amortizarla cuanto antes.
Además, son versátiles
De hecho, disponen de un armazón polivalente de manera que el equipo de vendimia puede quitarse con facilidad y adaptarla en equipos complementarios diseñados para realizar labores en ese tipo de viñedos: prepoda, despunte o tratamientos fitosanitarios. En definitiva, que no son transformers pero casi, y tienen un fondo de armario envidiable.
Y para terminar el abeceagrario, en inglés la vendimiadora se le denomina grape harvester.