Fragas do Eume, Isla de la Palma, Alt Empordá, La Gomera, Andilla, Castrocontrigo, Cortes del Pallás, Navalacruz, Sierra Bermeja, Sierra de la Culebra… los incendios forestales son una constante en cuanto comienza la temporada de incendios, cada vez más temprana.
Frente a unos incendios cada vez más extremos e imposibles de apagar, aunque se sumen más operativos, no queda otra que cambiar de estrategia. Esta debería basarse en el “más vale prevenir que curar”, pero ¿Cómo hacerlo? La ganadería extensiva puede ayudarnos, y en esta entrada hablaremos de su uso como herramienta.
Somos muy buenos apagando incendios…
Según WWF – España, en España somos buenos apagando incendios forestales con unos equipos de extinción muy eficaces, sin embargo, no lo somos evitando que se produzcan. En España se destinan millones a la extinción, sin embargo, solo un 20% del presupuesto a la prevención.
Según este documento de WWF (el informe del MITECO llega solo al 2015) las estadísticas muestran un importante descenso en el número de incendios. Esto es debido en gran medida a la mayor concienciación ciudadana y que se se persigue más el delito. La superficie afectada por los incendios también ha disminuido, al reducir el numero de incendios y aumentar la eficacia de los dispositivos de extinción.
En la última década, el 68% de los casos los incendios se controlan en fase de conato – antes de que arda una hectárea – y casi siempre (en el 99,8% de los casos) se extinguen antes de que alcance las 500 hectáreas, la frontera entre un incendio normal y un gran incendio forestal (GIF).

Sin embargo, la cantidad de GIF no ha parado de crecer. Entre 2014 y 2023 su proporción de grandes ha aumentado en un 25 % respecto a la década anterior. Apenas suponen el 0,23 % del total, pero en suponen un tremendo impacto ambiental, social y también económico.
Estos GIF se producen porque el fuego es capaz de burlarse de todos esos medios de extinción, que por numerosos o modernos que sean no son capaces de frenar los llamados incendios de sexta generación, que tienen una enorme capacidad destructiva. Una orografía complicada que impida un acceso rápido a los frentes, unas condiciones meteorológicas extremas de calor y sequía y unas masas forestales con pasto y matorrales secos, que conectan el suelo con las copas de los árboles, son los ingredientes fatales para que el fuego devore hectáreas y hectáreas de terreno.
¿Y cómo podemos luchar contra estos grandes incendios?
Al sumarse las intensas olas de calor y las sequías que trae consigo el cambio climático, se genera un déficit hídrico en el suelo y la vegetación. Si esto lo unimos a la gran acumulación de biomasa en los bosques (madera, piñas y vegetación seca) hacen que la situación sea cada vez más compleja.
Cambiar las condiciones meteorológicas lo tenemos difícil y actuar sobre la orografía resulta más difícil todavía; así que solo nos queda actuar sobre los montes. Y para hacerlo bien lo ideal es “tener un plan” más o menos serio, y seguirlo, claro, cosa difícil de conseguir en este país.
En la época de vacas gordas las administraciones hacían recuento publico de los medios de extinción disponibles a principios de verano: miles de personas para retenes, helicópteros, hidroaviones, etc. Medios humanos y materiales, que dicho sea de paso cuestan mucho dinero, tanto disponer de ellos como movilizarlos.
La importancia de la prevención
Sin embargo, acerca de la prevención de incendios en general se habla poco : cuidado con las colillas, con el tan temido efecto lupa de una botella abandonada en el bosque, barbacoas solo en los merenderos… aunque parece que se oye cada vez más eso de que “los bosques se apagan en invierno”. Puestos a sacar frases ingeniosas, yo añadiría que “la prevención es la mejor manguera” y ya que estamos en un blog de agricultura y ganadería vamos a hablar de algo barato y nada novedoso que nos ayuda a prevenir incendios, la ganadería extensiva.
Ganaderos bomberos
Por una parte, el ganado mantiene bajo control a los arbustos y el pasto. Por otra, el pastor al estar en el mismo monte puede avisar e incluso ayudar en la extinción de un amago de incendio con mayor rapidez. También es verdad que se provocan incendios por negligencias en la quema de pastos o rastrojos, que como tales han de ser castigadas.

El problema es que cada vez hay menos ganado al que recurrir. El despoblamiento rural y la intensificación de la ganadería han ido borrando poco a poco del monte al ganado y a sus pastores. Cada año, 1.550 ganaderos/as en régimen extensivo se ven obligados a echar el cierre. Desde 2006, España ha perdido 21.946 explotaciones de vaca nodriza y 6.132 explotaciones de ovino de carne. Si consideramos que la cría extensiva es bastante menos productiva que los cebaderos intensivos, y que cada vez se consume menos cordero, tenemos gran parte del problema explicado. Si añadimos que el oficio de pastor es durísimo y nada reconocido – pasarse solo todo el día en el monte, con frío, lluvia o un calor de justicia a cambio de cuatro perras – resulta fácil comprender que los propietarios de rebaños, en cuanto puedan jubilarse venden a sus animales y se acabó el negocio.
En este programa de El Escarabajo Verde que habla sobre el papel de los pastores y sus ganados en la prevención de incendios. Y de como, los nuevos pastores a menudo lo tienen muy difícil para hacer su trabajo.
¿Que se está haciendo?
Esto utilizar el ganado para prevenir incendios está saliendo a menudo en los medios de comunicación, quizás porque resulta pintoresco. Lo cierto es que desde hace tiempo. Otra cosa es que realmente se haga de manera sistemática, porque resulta económicamente interesante, sin necesidad de apoyo económico o empuje de administraciones y otras entidades.
Investigando sobre el tema podemos citar la Red de Áreas Pasto-Cortafuegos de Andalucía (RAPCA) inspirada en un sistema que lleva funcionando en Francia nada menos que desde los años ochenta.
En la gestión de los montes que forman parte de esta red se utilizan rebaños de una manera planificada, consiguiendo de esta manera varias cosas: los animales se comen parte de lo que acabaría siendo sería combustible, hay que realizar menos desbroces mecánicos, (eso significa menos costes de mantenimiento) y además constituye una herramienta de prevención social. De todas maneras el ganado es solo una herramienta más en los programas de prevención de incendios, ya que solo se puede utilizar en determinados lugares. Ovejas y cabras pueden ayudar estupendamente a limpiar zonas cortafuegos donde las desbrozadoras tienen poco que hacer, pero no suele ser recomendable meterlas en zonas donde se está regenerando el monte o donde hay especies de flora protegida, por ejemplo.

El problema es que estas áreas no tienen por qué ser las mejores para pasar allí el día: porque están lejos del pueblo, porque los pastos no son nada apetecibles, no hay abrevaderos con agua a disposición de los animales o ni siquiera una pista en condiciones para llegar allí. Si los pastores actuaran solo según su conveniencia, lo cual es comprensible, no se podría controlar de manera eficaz la vegetación.
Por tanto, para conseguir que el pastoreo extensivo interese a quien lo tiene que hacer por una parte es necesario favorecerlo con infraestructuras (puntos de agua, caminos etc.) y pagando en dinero, no en buenas palabras, al pastor por el servicio que está prestando al monte.
Obviamente, para conseguir todo esto es imprescindible que haya gente no solo dispuesta a trabajar como pastores, sino capaz de hacerlo conforme a estas nuevas necesidades. Afortunadamente se están creando escuelas de pastores en muchos puntos de España, donde se ofrece una formación profesionalizada para quien quiera ejercer este oficio. No queremos idealizarlo desde este espacio, pero el hecho de pensar que hay cierta demanda pues siempre hace ilusión.