¿Alguna vez te has planteado cómo se multiplican las plantas? A pesar de estar quietecitas en su sitio, sus semillas pueden viajar mucho más lejos de lo que imaginas. Este proceso se conoce como dispersión y ayuda a los vegetales a reproducirse y garantizar su descendencia.
Es imprescindible para preservar los ecosistemas y la biodiversidad. Cada planta tiene su propio método y ya os decimos que hay muchos y muy originales. La naturaleza nunca deja de sorprendernos. En realidad, las plantas no están solas en este proceso, se ayudan del viento, del agua, de los animales e incluso de los humanos, para realizarlo.
Dispersión por animales (zoocoria)
Muchas plantas, arbustos y árboles producen frutos carnosos, dulces y apetecibles con el fin de hacerlos llamativos para los animales (y para nosotros). Los animales se los comen y, tras el proceso de digestión un buen rato después, expulsan las semillas que contienen en los excrementos o bien regurgitándolas. En muchos casos muy lejos del lugar donde fueron ingeridas. Y, además, las dejan en el suelo con abono incluido. Es un plan perfecto para garantizar que germinen.
Por ejemplo, a las ardillas les gustan las bellotas. Se las llevan para comerlas, pero, a veces, las entierran para que no se las robe otro animal y se olvidan dónde lo hicieron. En ese lugar germinará, probablemente, una encina. También los pájaros frugívoros transportan semillas de un lado a otro mientras se alimentan, porque, en ocasiones, se les caen durante el vuelo.
Aquí no podemos olvidar a las hormigas, tan atareadas ellas siempre cargando alimentos.
Enganchadas en el pelo o en las plumas
Los animales que realizan pastoreo, como las cabras o las ovejas, gracias a estos desplazamientos diarios transportan también muchas semillas en su pelaje (además de en su tracto digestivo). En este caso las semillas desarrollan unas estructuras en forma de gancho o sustancias pegajosas para poder agarrarse al pelo del animal. Esto conserva y potencia la biodiversidad de los ecosistemas naturales.
Dispersión por el viento (anemocoria)
Aquí sí que hay magia. La madre naturaleza ha tirado de imaginación para dotar a las semillas de estructuras voladoras. Hay semillas con alas, o con una especie de algodón, incluso “plumas”, que les permite alejarse con la ayuda del viento. Seguro que muchos conocéis (y sufrís) las pelusas que nos invaden en mayo y junio y que proceden de los chopos o álamos.
El diente de león es quizás la especie más representativa y conocida que usa la dispersión del viento. Su semilla ha desarrollado una estructura llamada vilano, que se abre y se cierra en respuesta a la humedad ambiental. De este modo, en días secos y ventosos el vilano se abre y vuela. ¡Este sí que sabe volar!
Este modelo de dispersión es efectivo y permite llegar a lugares de difícil acceso. Por este motivo, a veces la semilla aterriza en lugares que no son los más adecuados para germinar, al menos desde el punto de vista del ser humano.
Dispersión por sus propios medios (autocoria)
Algunas plantas no esperan a que sean otros agentes las que alejen las semillas de la planta madre. Se las apañan como pueden y aquí vamos a contar dos ejemplos muy curiosos.
En ambos casos no alcanzan grandes distancias con este sistema no es mucha, pero lo suficiente para alejarse de la planta madre, evitando así competir por el agua y los nutrientes con ella.
Dispersión a través del agua (hidrocoria)
Las especies vegetales que viven cercanas a los ríos o incluso el mar, pueden utilizar este elemento para su dispersión. En este caso, los frutos caen al agua y se alejan flotando. Esto es lo que hacen los cocos, cuya semilla al caer al mar puede viajar miles de kilómetros hasta encontrar un sitio adecuado para germinar.
Por acción humana
Nosotros, los humanos, también hemos hecho de las nuestras. Nos hemos llevado especies de aquí para allá sin preguntar y ahora hay plantas que se han vuelto superinvasoras.
En realidad, la naturaleza no contaba con nuestra presencia ni nuestras acciones. La dispersión humana es responsable del transporte y asentamiento de muchas especies invasoras. Los viajes en barco, la colonización de territorios y nuevos asentamientos movieron especies vegetales de un lado a otro del planeta sin control alguno. Es más, no solo hemos dispersado especies comestibles, también ejemplares ornamentales.
Antes de continuar, ¿sabes qué es una especie invasora?
Las especies exóticas invasoras son especies introducidas de forma natural, accidental o intencionada en un medio que no es el suyo y que, pasado el tiempo, son capaces de adaptarse al él y colonizarlo. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), estas especies son la segunda causa de pérdida de biodiversidad en el mundo.
Si queréis saber más sobre las especies exóticas invasoras que hay en la Península Ibérica podéis consultar este Catálogo del Ministerio Para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.
A veces también de forma involuntaria
Hay muchas semillas que se adhieren a la ropa, a la suela de los zapatos o los neumáticos de los coches. Del mismo modo, se pegan en la maquinaria y herramientas agrícolas o recreativas, o incluso mezclados con semillas de cereales cultivados. En cualquier caso las llevamos con nosotros sin darnos cuenta y les facilitamos el trabajo de colonizar nuevos territorios.