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¿POR QUÉ ALGUNOS VEGANOS NO QUIEREN COMER HIGOS?

Porque si los higos son frutas, ¿Qué problema hay?

La avispilla de la higuera

Mucho antes de ser domesticadas por el hombre, hace unos 60 millones de años, las higueras silvestres y una familia de avispas diminutas, establecieron una íntima relación de mutua dependencia. En ella, la higuera ofrecía un sitio a la avispa para sacar adelante a su descendencia a cambio de que le ayudara con la polinización de sus flores. Sí, la higuera tiene flores, las tiene metidas en un saco llamado sicono que acabará convirtiéndose en lo que todos conocemos como higo.

Se trata de un caso típico de simbiosis en el que ambas especies se benefician mutuamente, y evolucionan juntas para asegurar el futuro de esa relación.

¿Sabías que cada una las distintas especies de avispillas que forman la familia Agaonidae está especializada en polinizar una especie de higuera en concreto?

La avispilla de la higuera. Blastophaga psenes
La Blastophaga psenes poliniza al higo común. Fuente: van Noort, S. & Rasplus, JY. 2017. Figweb: figs and fig wasps of the world. www.figweb.org (Accessed on <20-10-2017>).

La curiosa relación entre higos y avispas

¿Quieres saber en qué consiste? Pues presta atención porque no resulta fácil de explicar. A ver si esta imagen nos ayuda.

La avispilla de la higuera
Una imagen vale más que mil palabras. Texto traducido a continuación. Tomado de la Enciclopedia Británica.

¿Sabías que las flores de las higueras maduran en momentos diferentes para evitar la autopolinización?

  1. Una avispa hembra cubierta de polen, atraída por el olor que desprenden las flores femeninas, entra en el higo a través del ostiolo. Este es un agujerito muy pequeño, el bicho también lo es y está adaptado a hacerlo, aunque perderá las alas en el proceso.
  2. Dentro del higo encontrará flores masculinas cargadas de polen y flores femeninas.La avispa se dirige a las flores femeninas para poner los huevos en su interior utilizando su ovopositor (una especie de aguja que les sale del abdomen) y en el proceso poliniza el resto de flores femeninas con el polen, procedente de otro higo, que lleva pegado a su cuerpo.
  3. Las flores que recibieron los huevos de la avispa van desarrollando una estructura tipo agalla que protege a las larvas, mientras que las que recibieron polen formarán las futuras semillas. El futuro higo es generoso y aporta nutrientes para el desarrollo de las larvas y de las semillas.
  4. Llegado el momento las larvas comenzarán a salir de su cunita floral. Primero lo hacen los machos, a los que la naturaleza les ha dado un papel poco atractivo en esta historia. Pequeños, ciegos, sin alas, antenas o bonitos colores, su primera misión será encontrar a las hembras, a las que fecundan justo antes de salir del huevo. La segunda será cavar un agujerillo a través de la pared del higo para que puedan salir las chicas, ellos se quedarán dentro y morirán sin ver la luz (6).
  5. Las larvas femeninas, convertidas en avispas, salen de su agalla unos días después, justo cuando maduran las flores masculinas. Salen al exterior provistas de antenas, alas y un sentido del olfato que les permitirá buscar nuevos higos receptivos. Van cargadas también con el polen de las flores masculinas que había en el interior de su higo-guardería (7).

Pleistodontes imperialis
He aquí a una sufrida pareja que bien podría ser la protagonista de esta historia. La avispilla Pleistodontes imperialis asociada a la higuera australiana Ficus rubiginosa Como veis, son realmente pequeños.

Una vez las hembras han polinizado las flores, se desencadena el proceso de maduración del higo. Cambia de color y se hace atractivo para infinidad de animales que se alimentarán de él – aves, murciélagos, monos, ser humano – ayudando a la higuera a dispersar las semillas.

Todo este proceso, que dura de 3 a 20 semanas, se ha ido perfeccionando durante miles de años en higueras silvestres, muchas de ellas habitantes de la selva. Podéis verlo en este documental de la BBC.

¿Sabías que existen cerca de 755 especies de higueras en todo el mundo?

Higueras silvestres y domésticas

Dejemos de lado por un momento a las avispillas para centrarnos en las higueras. En concreto en las de nuestro entorno mediterráneo. Estas son: Ficus carica y sus parientes silvestres, Ficus carica caprificus también llamados cabrahígos, higueras machos o locas, porque dan frutos no comestibles.

Estas higueras presentan a lo largo del año tres tipos de inflorescencias: las mamas, los prohigos y los mamones. En ellas hay flores masculinas y dos tipos de flores femeninas: unas con estilo corto (la parte alargada del órgano femenino) y otras de estilo largo. La diferencia de longitud entre los estilos es de un triste milímetro, lo suficiente para que la avispa llegue con su ovopositor al fondo de las flores y pueda dejar su puesta, o que no llegue y se limite a polinizarlas con el polen que lleva encima.

Estos dibujos ayudan bastante a entender este enredo de flores. style=estilo / male= masculino / female = femenino / caprifig = cabrahigo / edible fig= higo comestible.

Las avispillas pasan el invierno hibernando en el interior de las mamas. De ahí salen dispuestas a reproducirse y buscan los prohigos. En su interior ocurre el proceso que ya hemos descrito, y de él sale la hembra con sus huevos y cargadita de polen. Pueden entonces ocurrir dos cosas: que encuentre un mamón y continúe el ciclo en la higuera silvestre, o que encuentre un higo de higuera doméstica.

Esta segunda posibilidad es la que menos le interesa a la avispa, ya que las higueras cultivadas hacen trampa, sólo tienen flores femeninas de estilo largo, justo las que serán polinizadas por la avispilla sin que esta obtenga nada a cambio.

Avispa entrando en un higo
Avispa entrando en un higo

El hombre contra la naturaleza

Y es que el hombre parece empeñado en romper esta relación de milenios, ya que ha favorecido mediante su cultivo a las higueras “tramposas” y a las que pasan de las avispillas porque no las necesitan para nada.

Tres tipos de higueras cultivadas según su relación con las sufridas avispillas:

Las higueras “turcas” o “griegas” (variedad Smirna o Zmir). Para que se desarrollen sus frutos necesitan de la presencia cercana de cabrahigos con su correspondiente legión de avispillas.

Para asegurar la cosecha, el hombre cuelga de la higuera unas ramas de cabrahigo que con sus correspondientes flores. A esta práctica se llama cabrahigar o caprificación, y ya la practicaban los griegos, grandes aficionados a este fruto.

¿Sabías que los higos obtenidos por caprificación son más grandes, tienen una pulpa de color más intenso y están más sabrosos? Por esta razón es importante conservar especímenes de cabrahigos como recurso fitogenético. 

Siconos de cabrahigo.
Siconos de cabrahigo. Fuente: Joan Rallo/ El Mundo

Las higueras intermedias o de San Pedro, curiosamente no necesitan la ayuda de las avispas polinizadoras para desarrollar las brevas, pero sí que la necesitan, al menos en algunas regiones, para obtener los higos.

Las higueras comunes o autofértiles, que son la inmensa mayoría de las variedades cultivadas. Son capaces de desarrollar el fruto sin necesidad de recurrir a la polinización, recurriendo a un truquillo feminista de la naturaleza, la partenocarpia/partenogénesis.

Estas higueras dependen del hombre para reproducirse, y este lo hace utilizando esquejes.

¿Con bicho o sin bicho?

Los más avispados os habréis preguntado, ¿y qué pasa con la hembra una vez ha realizado su misión dentro del higo?, ¿vuelve a salir o me la estoy comiendo? Pues ni una cosa ni la otra. 

Higo con avispas dentro. Tomado de esta página, que a su vez lo tomó de aquí: royalsocietypublishing.org

Para todos aquellos preocupados por el destino de las avispillas, y sus larvas, terminamos la entrada explicando por qué podéis comer higos sin remordimientos.

De hecho, los higos turcos son la “tumba” de nuestras avispillas. Los machos no se libran, y las hembras tampoco. Una vez ha cumplido su misión no volverán a salir del higo porque la naturaleza lo ha previsto así. Por esto mismo, la hembra pierde las alas al entrar por el ostiolo porque no volverá a necesitarlas. Pero nosotros no nos la comemos, porque antes lo hace el propio higo, que segrega una enzima proteolítica (que rompe las proteínas), la ficina, capaz de desintegrar a la pobrecilla avispa. Por si acaso, es habitual escaldar los higos de estas variedades para evitar sorpresas desagradables.

Respecto a los higos autofértiles, en el hipotético caso de que apareciera una avispilla confundida procedente de un cabrahigo silvestre y se metiera en el higo, la pobre correría la misma suerte.

Una vez aclarado tan fascinante asunto, ¡buen provecho!

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