Con el verano llega el momento de la cosecha. Y tras la cosecha normalmente vienen las fiestas patronales, que antiguamente celebraban el fruto de todo el trabajo que se había realizado durante el año para obtener la cosecha. Hoy en día, las cosechadoras han liberado al agricultor y al jornalero de uno de los trabajos agrícolas más duros. sin embargo, las fiestas de los pueblos siguen ahí para todo el que quiera disfrutarlas. Así que se puede decir que hemos salido ganando, ¿no?
La faena de siega era una actividad agotadora que comenzaba entre San Juan (24 de junio) y San Pedro (29 de junio), en la que no había domingos ni jornadas de descanso ya que había que poner el grano a buen recaudo antes de que las tormentas y el granizo echaran la cosecha a perder. Según cuentan en la página de donde procede la siguiente foto, hace un siglo, tener una tonelada de trigo en el almacén, costaba 28 jornales, pero no como los de ahora: de sol a sol, 12 horas de trabajo con calor, polvo, sudor y tábanos.
Hoy en día, para esta labor se utilizan las cosechadoras, impresionantes máquinas capaces de realizar varios pasos de la cosecha de diversos productos agrícolas. Existen distintos tipos según el producto a recoger, ya que no es lo mismo recoger cereal, patatas, algodón o aceitunas.
De momento nos vamos a centrar en las cosechadoras diseñadas para cosechar semillas pequeñas como las de los cereales, legumbres o la colza.
En inglés a este tipo de cosechadoras se les denomina “combine” porque combinan en una sola máquina varias operaciones: cortar y recoger la mies, separar el grano de la paja, cribar el grano y esparcir la paja.
La cuchilla de afeitar de los campos
A menudo, es como describimos estas máquinas a los más peques en nuestras actividades en colegios, pero aquí vamos a explicar con algo más de detalle cómo funcionan.
En primer lugar, al igual que las maquinillas de afeitar eléctricas, existen cabezales diseñados para recoger distintos productos. Los dos más fáciles de distinguir son los de cereales pequeños y los de maíz (recuerda que el maíz es un cereal) o girasol. Desde la cabina, el conductor puede regular la altura de corte en función del tipo de cultivo y del terreno en que se esté trabajando. Si el terreno está en pendiente, el cabezal (o incluso la máquina entera) se adaptará al relieve.
Los cabezales están diseñados para cortar la planta y dirigirla al interior de la máquina que entra entera por el alimentador. Allí se encontrará con un sistema de limpieza que mueve las plantas para eliminar grandes impurezas (piedrecillas por ejemplo) en una primera fase y recoger los granos que se van soltando en una segunda fase.
Los granos pasan a varias cribas que van eliminando pequeñas impurezas, hasta que queda el grano limpio. Esto es muy importante porque determina en parte la calidad de la cosecha. Los granos ya limpios son conducidos a la tolva de almacenamiento, situada en la parte superior, y según suben distintos sensores detectan aspectos como la calidad del grano, el rendimiento de cada zona o el nivel de llenado de la tolva.
Tecnología punta
Toda esta información la ve el conductor en su cabina, de manera que se pueda coordinar con los tractores que recogerán el trigo en remolques. Las más modernas integran toda la información y la asocian a coordenadas GPS, de manera que se pueden hacer mapas que ilustran con detalle las zonas con distintos rendimientos dentro de una parcela.
También pueden coordinarse con los tractores de manera automática para que estos circulen a su lado y así se pueda traspasar el grano desde la tolva al remolque. Esto se hace mediante otro tornillo sinfín cubierto por un largo tubo que se despliega cuando ambas máquinas están en marcha.
El resto de la planta, es decir, la paja, se mueve a la parte trasera de la cosechadora. Allí podrá picarse en trozos pequeños de manera que se disperse por el suelo de la parcela sirviendo de abono y protección del suelo. También puede eliminarse sin picar, dejando montones alineados por los que pasarán por encima las empacadoras para formar pacas de paja.
En este video podéis ver más o menos a todos estos sistemas en acción.
Calor, piedras y polvo, compañeros inevitables pero muy peligrosos.
Como habréis podido imaginar, dentro de una cosechadora hay cientos de piezas y engranajes que están trabajando a toda máquina. Añade el calor seco del verano al generado por la propia máquina en funcionamiento, un montón de polvo y partículas diminutas de paja y la presencia de piedrecillas que pueden chocar contra las cuchillas metálicas generando chispas. Con un poco de mala suerte que surge una chispa que prende con facilidad en un aire lleno de polvo y con mucho combustible alrededor.
¿Sabías que mientras un coche está hecho de unas 6.000 piezas, una cosechadora contiene del orden de 17.000?
Quizás ahora entendáis por qué todos los veranos son noticia los incendios “provocados” por cosechadoras. Para evitarlo, existen soluciones técnicas como los dispositivos matachispas en el tubo de escape y acciones de prevención (disponer de extintores y batefuegos en la cabina, cosechar primero el perímetro de la parcela, bajar la velocidad y levantar el cabezal en suelos pedregosos o evitar trabajar las horas de mayor riesgo entre otras).
Las autoridades emiten todos los años órdenes con una serie de restricciones y obligaciones para prevenir dichos fuegos. Pueden incluso prohibir el funcionamiento de cosechadoras en momentos de alto riesgo como son las olas de calor.
¿Sabías que una cosechadora puede costar lo mismo que un piso?
Pero también hemos visto que la temporada de cosecha es limitada y conviene recoger todo el grano cuanto antes utilizando máquinas muy caras que hay que amortizar. Esto implica que los conductores de estas máquinas y los agricultores propietarios de la cosecha quieran aprovechar al máximo el tiempo. Considerando que una hora de trabajo de cosechadora y de tractor cuesta bastante dinero, es fácil entender que prefieran no estar varios días parados. Ellos son los primeros interesados en evitar que aparezca el fuego, está en juego la cosecha, la máquina e incluso su integridad, pero el cereal se recoge en verano y el riesgo existirá siempre. Solo queda esperar a que, gracias a la tecnología, este sea el mínimo posible.