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GANADO E INCENDIOS, MAS ALLÁ DE LAS OVEJAS BOMBERO

Que los incendios son parte inevitable del verano no es ninguna novedad. Al contrario de lo que pueda parecer, los datos indican que cada vez hay menos incendios. Sin embargo crece el número de grandes incendios, que además de sobrepasar con holgura las 500 ha que marcan su límite inferior, son cada vez más difíciles de extinguir. Ya se han descrito incluso los incendios de sexta generación (prácticamente ingobernables por su capacidad de retroalimentarse y de alterar el clima de su entorno) frente a los que enseguida políticos y medios de comunicación buscan héroes y culpables.

Tampoco tarda en salir la típica expresión de “los incendios se apagan en invierno” o, la simpática y noticiable “ovejas bombero”, tan de moda últimamente. Aparte de que los incendios hay que prevenirlos durante todo el año, y apagarlos cuando toque, difícilmente verás a una oveja sujetando una manguera o utilizando un batefuegos, en primera línea junto con los “bombero” forestales humanos.

 

Dolores es una oveja que sí quiere ser bombera. Además de ser mascota de Interovic es amiga de Desi.

El caso es que me ha dado por imaginar ¿cómo se ve el problema de los incendios a pie de pasto?…¿qué diría una oveja a los humanos para prevenir los incendios forestales? Como no hay soluciones simples para problemas complejos, como es precisamente el de los incendios yo también he decidido complicarme la vida e imaginar cómo sería una reunión del comité nacional del GAMERUSIN (Ganado Autóctono por un Medio Rural sin Incendios).

En esta convocatoria imaginaria los representantes de diferentes especies ganaderas pertenecientes a ganaderías extensivas han invitado al mochuelo Sócrates como representante de la fauna silvestre, a la vez que gran experto en temas humanos en general (de algo le tenía que servir su ancestral colaboración con la diosa de la sabiduría) para tratar el tema de los incendios forestales.

Les pillamos en plena conversación.

— Pues mira — interviene Desi, la oveja churra, yo no sé de qué va el cambio climático ese del que hablan los humanos, pero sí que se que cada año me esquilan antes. Y ya ni con eso, ¡lo duro que se hace ir a las rastrojeras a pleno sol!, que por cierto, este año están siendo mas bien escasas—.

Desi con unas colegas aprovechando el rastrojo un buen año. Una oveja adulta consume entre 2,5-3 kg de materia vegetal seca a diario en el campo, abona y distribuye más de 3000 semillas. Por tanto son mucho más que “bomberas”. Como cuenta nuestro amigo ganadero Felipe molina siempre se ha dicho que “la oveja hace finca”. Fuente: FEAGAS

Margarita, la vaca casina, añade — pues ahora que lo dices…a finales de julio ya teníamos el pasto seco arriba en la montaña y andaba el pastor preocupau”.

— A ver, en verano se secan las plantas, no es ninguna novedad — tercia Angustias, la cabra murciano-granadina. —y como ya no queda nadie que cuide las fuentes, ni los abrevaderos ni los manantiales es difícil encontrar agua fresca en el monte con la que pasar esas hojas tan secas —.

Angustias en su salsa, posando mientras sus compañeras pastan. Fuente.

— Menos mal que los pastores saben dónde encontrarla— dice Desi, mientras el resto de animales mueve la cabeza como afirmando — los careas son unos antipáticos, no nos pasan una, pero oye, al final vamos todas siempre juntas y comemos todos los días, ya llueva, hiele, truene o haga sol —.

— Pues, según los humanos, estáis limpiando el monte— apunta Sócrates el mochuelo. — Deben de haberse dado cuenta ahora de lo importante que es, porque últimamente con tantos incendios no hablan de otra cosa —.

— Lo que tu digas, yo simplemente como lo que pillo— responde la cabra Angustias. — Me da igual cómo quede—.

— Bueno… limpio, limpio…no queda, que todos dejamos nuestros excrementos en los prados — añade Margarita con una sonrisa cómplice.

Margarita, la vaca casina con su güaje. Fuente: FEAGAS

— ¡Pues será en los prados! — exclamó Angustias , porque está el monte tan lleno de arbustos que no hay quien se meta dentro. Los tres rebaños de cabras que quedan en mi pueblo no damos abasto—.

— Pues ya sois muchos, que cada vez hay menos humanos en el campo — añade Sócrates con tono triste, tose un poco y se aclara la voz para seguir hablando. —Hace mucho tiempo yo vivía en una dehesa, tenía mi casa en el hueco de una vieja encina, cerca de un cortijo. Me encantaba observar a los humanos, cómo iban del sembrado a la viña, de la viña al pueblo o de las dehesas al monte. En un paisaje tan variado siempre encontraba un lugar para posarme y cotillear. Pero desde que se murió el ultimo habitante del cortijo nadie cuida la dehesa, los rebrotes y los matorrales hacen imposible volar en condiciones o localizar a mis presas ahí dentro, así que tuve que mudarme al altillo de la casa del cortijo. Como está abandonada no me molesta nadie—.

 

Sócrates cotilleando ya de buena mañana. Fuente.

 

— Estarán los ecologistas contentísimos con eso de que los bosques se vuelvan salvajes, ¿no? — interviene alegremente Fermín, el semental de jaca navarra, mientras Desi y Angustias le miran con cara de circunstancias. — Al menos  es lo que he oído decir a mi dueño— se apresura a aclarar Fermin.

— Bueno, hay ecologistas de todo tipo. Algunos se basan en ideologías y otros más en la ciencia. Unos intentan imponer sus ideas y otros intentan llegar a acuerdos con las administraciones (que son los humanos que mandan) y otros grupos de humanos — apunta Sócrates, demostrando su conocimiento sobre ellos. — Algunos son hasta majos, hay un grupo que incluso me declaró ave del año hace ya tiempo— añadió orgulloso.

— Pero, ¿ecologista no es lo mismo que excursionista? Mucha gente en la montaña viene a darme cosas de comer pensando que estoy abandonado, o deja las cercas abiertas para que sea libre (o eso dicen). ¡Menudos líos montan a veces! — reflexiona Fermín.

 

Foto robada a Fermin, mientras pensaba en sus cosas. Fuente Javier Iriarte Lusarreta/ASOCIACION DE CRIADORES DE GANADO EQUINO BURGUETE DE NAVARRA (ASCANA).

— No necesariamente, aunque a veces coincide — aclara Sócrates. — Suele ser gente de ciudad, es fácil reconocerlos por la manera de vestir, van todos con las mismas botas y los mismos abrigos…deben de comprarlos en el mismo sitio—.

— ¡Jajaja, es verdad! ¡y con bastones raros! — interrumpe Margarita — hubo uno este verano que se enfadó porque no le dejaban bañarse en el lago, ¿qué necesidad habrá de mojarse en ese agua tan fría? —.

— Algunos son muy raros, si —Sócrates retoma la explicación con paciencia. — En general desconocen cómo funcionan las cosas por aquí, en el campo. Unos jamás lo reconocerán, pensando que saben mas que los humanos de aquí, y otros sí están dispuestos a aprender. El caso es que los humanos han ido cambiando y, aunque a veces parezca mentira, esas ideas de cuidar la naturaleza van calando poco a poco hasta que llegan a los que mandan y hacen las normas. Pero estos que mandan no se enteran del todo bien de lo que realmente hace falta, y de nuevo tenemos el lio montado—.

Todos los participantes de la reunión observan con respeto a Sócrates mientras habla. Ahora entienden tantos enfados de sus dueños…. Y, de repente interviene Andreu por primera vez. Andreu es un asno catalán, fuerte y dispuesto; no en vano sus antepasados participaron en la cría de mulas que permitió la conquista del oeste americano. Es un asno de acción que ahora presta sus servicios en el macizo de Montserrat, en unos montes salpicados de chalets residenciales donde apenas quedan rebaños que den cuenta del matorral. Todos los años por estas fechas viven con el miedo de que un rayo, una colilla o una motosierra mal utilizada provoque otro incendio más.

— ¡Pero no todos los humanos son tan inútiles!, algunos hacen cosas interesantes —.

Foto “de estudio” de Andreu. Fuente: Ricardo Azón Pardo/FEAGAS

— Cuenta, cuenta — le pide la oveja Desi, deseosa de oír algo positivo.

— El caso es que tengo un primo en Gerona que pertenece a los “Ramats de foc” o rebaños de fuego— traduce Andreu. — Son varios ganaderos que colaboran con los bomberos forestales. Estos les indican a qué zonas estratégicas tienen que llevar a sus animales y los ganaderos reciben ayudas por limpiar esos montes. Además, se han puesto de acuerdo para utilizar un dibujito que identifique la leche y la carne que producen estos rebaños. Dicen que así se vende mejor —

— ¡Qué buena idea! ¿y cuánto tiempo llevan? — pregunta Fermín.

— Desde 2015. Ojalá prospere la iniciativa y llegue a más sitios. Como no colaboren los humanos entre sí nos vamos todos al carajo— respondió Andreu.

Todos los participantes de la reunión asienten, menos la cabra Angustias que, fiel a su carácter, salta para contestar.

— ¡Foh!, ¡pues si en Andalucía tenemos la Red de Áreas Pasto Cortafuegos!, ¡y la Escuela de Pastores! que además llevan una hartá de tiempo funcionando. Que en el sur también tenemos buenas ideas —.


— Esa es la cuestión — terció rápido Sócrates para evitar una discusión — los humanos que os cuidan también necesitan que alguien les cuide a ellos, o al menos que les importe su futuro, o al menos que no les pongan las cosas más difíciles. Porque de seguir así no verán ningún sentido en seguir con su trabajo. Y una vez desaparezcan los humanos, vosotros vais con ellos, y los montes…pues ya se verá lo que ocurre—.

Y ahí dejo a nuestros amigos animales, para volver con otra idea preconcebida con la que me topado en redes sociales, eso de que “las ovejas hacen el trabajo gratis”, el de los retenes forestales, supongo.

De gratis nada, que el pastor y el ganadero tienen que vivir de algo. Junto con sus animales están haciendo un trabajo y ofreciendo una serie de servicios, que está bien que se reconozcan con aplausos y palabras bonitas, pero lo suyo es que se remuneren con dinero, justo con lo que se paga el pienso complementario, las facturas o la comida en el supermercado.

Hemos visto que las soluciones ya existen. Las administraciones deberían tomar como norma eso de pagar (razonablemente bien) a los ganaderos por zonas “limpiadas”, especialmente aquellas de difícil acceso, estratégicas o con pastos poco nutritivos. Y el consumidor puede hacer un esfuerzo para al menos hacerle un hueco en la nevera a los productos procedentes de ganadería extensiva, justo los que menos se consumen en la actualidad. Menos lamentaciones y palabras huecas y que cada uno que se aplique su parte.

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