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carne picada

AL RICO POTRITO TROTÓN

raza Hispano-Bretón
Bonita estampa de caballo Hispano-bretón en la montaña Fuente: federacionhispanobreton.webgescan.com

La que se ha liado con la carne de caballo. Otra vez, otro “escándalo alimentario”, aunque creo que los consumidores empezamos a tomárnoslo con filosofía y asumir que pasará la tormenta, igual que ocurrió con los pepinos, los pollos con dioxinas, etc.

Todo comenzó hace más de un mes cuando la Agencia de Seguridad Alimentaria irlandesa anunció la presencia de carne de caballo en hamburguesas. Fue como si se destapase la caja de Pandora en Europa. En un país tras otro aparecía carne de caballo en hamburguesas y productos precocinados que solo llevaban carne de vacuno. En España, el 29 de enero, la OCU detecta genes equinos en dos marcas de hamburguesas a la venta en supermercados. Hace una semana Nestlé decidió retirar sus tortellini y ravioli Buitoni y ayer mismo los canelones de La Cocinera.

En fin, que la cosa no está nada clara. No se sabe de dónde vienen los caballos, si de España, de Holanda, Rumanía…, Y hay un embrollo fenomenal de proveedores, intermediarios, procesadores y distribuidores, que se echan la culpa unos a otros. De hecho, no merece la pena meterse en ese lío. Solo apuntar que los sistemas de trazabilidad no siempre funcionan cuando la cadena alimentaria es demasiado compleja.

Simplemente, un fraude

Hay que recalcar que no podemos hablar de alerta sanitaria, ya que la carne de caballo es comestible. Eso sí, ha sido un fraude, en el que han colado caballo por vaca. Si sumamos que afecta a un animal cuyo consumo es rechazado por algunos y que se ha descubierto en varios países a la vez, como si se tratara de una pandemia, pues ya se le pone el sambenito de “escándalo alimentario”.

Fallos en la cadena de control

De todas maneras, el asunto preocupa a la Unión Europea, porque pone en evidencia el funcionamiento de los controles en alimentación. Aunque insiste en la idea del fraude de consumo, por sí las moscas, la Comisión Europea está pidiendo a los Gobiernos de los países miembros que realicen análisis masivos. Se busca, por un lado, material genético equino y por otro la presencia de fenilbutazona – el equivalente al ibuprofeno para perros y caballos – nocivo para la salud humana si se consume en exceso.

Así que, tal como anda el patio, no es descabellado pensar que si alguien ha colado caballo por vaca buscando hacer negocio, exista la posibilidad de que “haya fallado algún que otro control sanitario”. Parece que esto es lo que ha ocurrido en el Reino Unido, país además en el que no faltan aficionados a la hípica que no ven nada bien eso de comerse a sus monturas.

Caballos deportivos
Los caballos deportivos pueden necesitar analgésicos y antiinflamatorios de vez en cuando. Fuente: © Nevit Filmen, tomado de Wikimedia commons.

El consumo de carne de caballo en España

Mientras esperamos a que se aclare todo este embrollo podemos descubrir una nueva alternativa gastronómica: la carne de potro. Perfectamente comestible – si no tienes tabúes – y con cualidades muy interesantes: menos grasa, sabor dulzón, muy tierna y de fácil digestión, con alto contenido en hierro asimilable y, eso sí, alto porcentaje de agua. Todo esto la hace muy apropiada en dietas destinadas a niños, deportistas, mayores y personas con anemia.

Esta carne tiene sus fieles aficionados, sobre todo en Cataluña, Navarra y Valencia. Los suficientes como para que haya un circuito comercial especializado en este producto que sigue las normas sanitarias específicas para la carne de caballo. Parece ser que este noble animal es susceptible a la triquinosis, al igual que cerdos y jabalíes.

Carne de potro
Tienda especializada en la venta de carne de potro en Valencia.

Carne de potro, apta para consumo

Normalmente, no se consume caballo, sino potro, y de razas más robustas que las que se utilizan para montar. En España tenemos al Hispano-bretón, al Burguete, la Jaca navarra, el Caballo del Pirineo catalán y el Caballo de monte del País Vasco.

Se trata, en su mayoría, de animales jóvenes que han sido alimentados a principalmente en pastos de montaña – imagen más bucólica imposible, dándoles pienso en contadas ocasiones. En Cataluña, donde hay bastante demanda, se sacrifica potro más que caballo (igual que encontramos más ternera que vaca), de ocho meses a un año y medio, alimentado a pasto, salvo los cuatro últimos meses, que engorda en cebadero, comiendo forraje y cereal. Además, el precio de la carne es similar al de ternera, así que como alternativa no es desdeñable. Por si fuera poco, estos animales tienen un importante papel medioambiental en el control de pastos en las zonas forestales, es decir también se pueden considerar anti-incendios.

Burguete de Navarra
Burguete de Navarra: la raza equina cárnica principal en esta Comunidad. Fuente: ARCA/MAGRAMA
 

Una cuestión de confianza

Como conclusión, con este nuevo “episodio” alimentario salen perdiendo las “primeras marcas”, que venden calidad y prestigio a partes iguales. Estas se han apresurado a retirar sus productos del mercado, aun perdiendo mucho dinero, antes de que se empañe su imagen y se les culpe solo a ellas de fraude en el etiquetado. Al fin y al cabo son los últimos de la cadena y a los que identifica el ciudadano.

Los consumidores también perdemos, porque hemos pagado por algo que no era y porque perdemos la confianza hacia el etiquetado y hacia los mismos productos. A nadie le gusta que le engañen, si dice la etiqueta que es de vaca, te están timando si tiene un 60% o 100% de carne de caballo (y no creemos que sea precisamente potro de montaña) como ha ocurrido con algunas lasañas Findus analizadas en Francia. Si además las creencias religiosas te impiden comer según qué tipos de carne el enfado será mayor, supongo.

albóndigas IKEA
En esta historia no se salvan ni las mismísimas albóndigas de IKEA.

Así que, si uno quiere saber lo que come, la mejor opción es comprar los alimentos frescos al carnicero, frutero, pescadero de confianza (y esperar que no le engañen a él, claro) para luego cocinarlos uno mismo. Sin embargo, si hay que comer en media hora o no te apetece cocinar, entonces una lasaña precocinada te hace “el apaño”.

Hace poco fui capaz de comerme unos flamenquines congelados a pesar de leer la lista de ingredientes. Visto lo que lleva, ¿qué más da que la carne sea de caballo, pollo, cerdo o vaca vieja?

También pierde la “sostenibilidad global”

Ha aflorado de nuevo el sensacionalismo en los medios de comunicación, que hablan de “productos contaminados” y parece que hay que deshacerse de ellos cuanto antes. Las grandes marcas, visto que en estos tiempos de crisis tampoco está bien tirar comida, han intentado donarlos a bancos de alimentos ya que, repetimos, son perfectamente comestibles. Pero no ha resultado nada fácil y se ha tenido que tirar mucha comida.

Esto da que pensar si nuestro complejo sistema alimentario occidental contribuye, con episodios como este, al brutal desperdicio de comida.

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