¿ Qué tiene en común un plátano con una mula? ¿y una platanera con la oveja Dolly? ¿tienen los plátanos semillas?, ¿Dónde están?, ¿por qué están tan ricos los plátanos de Canarias?.
El plátano es la fruta tropical más cultivada en el mundo y una de las cuatro más importantes del mundo, por detrás de la uva, los cítricos y la manzana. Con el permiso de su autor voy resumirla a mi manera.
El plátano en el mundo
De las más de mil variedades de plátanos existentes en el mundo – con distintos colores (rojos, marrones, negros, verdes…) y tamaños – aproximadamente la mitad de la producción mundial y prácticamente todos los que se comercializan, corresponden a los múltiples descendientes de una única variedad, el “Cavendish”, el típico plátano de postre o dulce.
La otra mitad son las “bananas de cocción”, cuyo alto contenido de hidratos de carbono complejos (almidón) hace necesario cocinarlas, como si fueran patatas u hortalizas similares: cocido, frito, asado, al horno, etc.
En el “primer mundo” el plátano es un fruto muy popular, dadas sus propiedades y su facilidad para su consumo; sin embargo en algunos países son vitales para alimentar a la población.
¿Sabías que las regiones tropicales y subtropicales acaparan el 85% del consumo de plátano y que es el alimento básico para, al menos, 400 millones de personas ?
Los principales exportadores mundiales de plátano son Ecuador, Colombia, Costa Rica, Guatemala y Filipinas. En Europa, el principal productor son las Islas Canarias que surten principalmente al resto de España e intentan hacerse hueco en otros países, donde la competencia con la banana americana es mayor.
El plátano, la platanera y sus andanzas
Aunque no lo parezca, las plataneras no son árboles ni arbustos, ¡son hierbas¡, pero gigantescas. De hecho, sus hojas están entre las más grandes del mundo vegetal. Las plataneras pertenecen a la familia de las musáceas, y entre sus parientes hay especies que se utilizan como fuente de alimento o de fibra vegetal, e incluso como plantas ornamentales.
Determinar el origen exacto del plátano que comemos habitualmente no ha sido nada fácil. Sí parece claro que uno de los tataratataratataraabuelos más importantes, la platanera silvestre (Musa acuminata Colla) – es originaria de las islas del sudeste asiático. Aunque, realmente M. acuminata no hay una sola. Al vivir en islas, existían distintas poblaciones de plataneras silvestres dispersas y aisladas entre sí. Cada población fue acumulando cambios genéticos, que al cabo del tiempo dieron lugar a la aparición de “subespecies” o incluso especies diferentes.
La banana silvestre y sus andanzas
La banana silvestre a lo largo de miles de años estuvo haciendo “cochinadas clorofílicas” – nos encanta esa expresión – con la (des)interesada colaboración del hombre como celestino. Os recordamos que hace casi 7.000 años comenzamos a domesticar la platanera. En esta orgía vegetal, dilatada en el tiempo, las plataneras se liaban unas con otras, cediendo a veces sus cromosomas generosamente, la clonación estaba (y sigue estándolo) a la orden del día y se aderezaba con mutaciones. Voy a explicarme para que no os escandalicéis.
Los primeros pobladores de estas islas, al moverse de una a otra en busca de una vida mejor se llevaban sus plantitas de plataneras en el equipaje. Estas plataneras encontraban allí a primos muy lejanos suyos y no podían evitar la tentación de aparearse. Al igual que cuando se cruzan animales parecidos entre sí pero de distintas especies como el caballo y el burro, se obtiene un híbrido, el mulo, que es un nuevo individuo de características intermedias pero estéril.
Ya tenéis la primera respuesta: las plataneras híbridas producían semillas inviables o directamente no las producían.
Una consecuencia curiosa de la hibridación fue la ganancia de cromosomas, apareciendo plataneras con tres juegos de cromosomas (triploides) en vez de dos. En muchas especies (pe. el ser humano) tener cromosomas de más suele suponer un gran inconveniente. En el caso de las plataneras les vino estupendamente y surgieron plantas más vigorosas con frutos más grandes. Otro fruto bien sabroso con cromosomas de más son las sandías sin pepitas.
Partenocarpia
Por si fuera poco, se unió la partenocarpia a la orgía vegetal. Este es otro proceso no muy frecuente en la naturaleza que consiste en la formación de frutos sin que se haya producido la fecundación de la flor. Aunque pueda parecer un poco de tontos, lo cierto es que a la platanera le funcionó estupendamente asociarse con el ser humano. Ella le regala un fruto dulce, sin semillas y facilísimo de comer y el se encarga de plantarla por todos los confines tropicales de la tierra.
Clonación
Por último, tenemos la clonación, el proceso por el que se consiguen, sin necesidad de recurrir al sexo, copias idénticas a un organismo ya desarrollado. Es un recurso al que recurren muchos seres vivos para reproducirse y el resultado viene a ser más o menos el mismo que la oveja Dolly, un clon. He aquí otra respuesta más.
Las plataneras en concreto producen en la base de sus tallos unos brotes laterales o retoños, versiones clónicas de la planta “madre”, que irán creciendo y creciendo hasta reemplazar a su progenitor. Como los frutos de la platanera son incapaces de dar descendencia porque no tienen semillas (por si no os había quedado claro), los agricultores utilizan tanto los retoños laterales como porciones de la raíz para obtener nuevas plataneras.
En principio, un clon es un individuo idéntico a su progenitor ya que tiene los mismos genes. Sin embargo, no siempre clonado es equivalente a idéntico 100%. A veces se dan las llamadas “mutaciones somáticas”, que se producen únicamente en las células encargadas de generar los brotes laterales. Estas células tienen algunos genes alterados debido a la mutación y por tanto desarrollan retoños mutantes, con ligeras diferencias respecto a sus progenitores.
Para compensar la esterilidad por hibridación y la partenocarpia, las mutaciones somáticas han sido la única fuente de variación genética para el desarrollo de nuevas variedades de bananas, con distintas propiedades y atributos cada una. El “Cavendish” por ejemplo, mediante mutaciones somáticas ha dado lugar a muchas subvariedades: “Lacatan”, “Robusta”, “Giant Cavendish”, “Dwarf Cavendish”, entre otras.
Hongos vs plataneras: una lucha que se repite
Nos situamos en la década de los 50 del siglo XX. Por entonces, una única variedad – “Gros Michel”- dominaba gran parte del cotarro platanero mundial. Pero llegó un hongo malvado, Fusarium oxysporum, que invade los vasos que transportan savia y nutrientes y acaba matando a la planta. Esta plaga se denominó el mal de Panamá, y el “Gros-Michel” no tenía defensa frente a ella. Las plataneras de medio mundo, al ser clones, eran todas igual de sensibles a las enfermedades y acabaron cayendo fulminadas por el hongo.
Daños para la industria y el comercio
Los daños para la industria y comercio de la banana fueron tremendos, agricultores y productores tuvieron que elegir: olvidarse de los plátanos o buscar un “salvador”. Lo lógico hubiera sido cultivar más variedades distintas y no jugárselo todo a una carta, pero las leyes del mercado y la distribución se impusieron. Y es que comercializar una única variedad permite lograr mayor rentabilidad en la cosecha, el empaquetado y el transporte, además de ofrecer un producto más homogéneo.
Los científicos descubrieron que el famoso Cavendish no es inmune al hongo, pero al menos si es capaz de pararle los pies (las hifas, para ser exactos) secretando una especie de gelatina que atrapa al hongo e impide su propagación. Así, a partir de 1960 le quitó el trono a su primo lejano y hoy en día monopoliza el cultivo de plátano.
¿Sabías que el 95 % de todos los plátanos vendidos en el mundo son de la variedad Cavendish ?
El problema es que la historia se vuelve a repetir. Esta vez con otro hongo protagonista, el Black Sigatoka (Mycosphaerella fijiensis) frente al que el Cavendish no tiene nada que hacer. Y de nuevo el mismo problema: miles y miles de hectáreas de plataneras, idénticas todas, y ninguna de ellas capaz de encontrar una nueva manera de zafarse del nuevo hongo.
Adoptar otra variedad de plátano resistente a esta nueva enfermedad supondría tener que reorganizar desde cero toda la infraestructura de procesado del plátano, una medida drástica e impensable por su coste (que no se tomó con la anterior plaga). Así que, hasta que se encuentre una solución, se recurre a fumigaciones cada poco tiempo con productos que, al parecer, afectan a la salud de los trabajadores de las plataneras.
Cochinadas clorofílicas
En una lucha contra reloj para frenar el avance del hongo y evitar el uso excesivo de fungicidas, la ciencia está buscando nuevas variedades que posean genes de resistencia. Para acelerar el proceso la FAO, junto con la IAEA (International Atomic Energy Agency) están tirando de “cochinadas clorofílicas”. El objetivo es inducir mutaciones somáticas a miles de plántulas de plátano y luego buscar si en alguna de ellas aparece el gen salvador.
Las ventajas de los plátanos de Canarias
La última pregunta era obligada y allá va la respuesta. Primero aclarar que conscientemente hemos utilizado la palabra plátano para referirnos indistintamente a plátanos y bananas. La utilización de ambos nombres y las diferencias entre si son tan complejas como el propio origen de la planta. Nos quedamos con nuestra particular manera de llamarlos: banana tropical a cualquier cosa que no sea plátano de Canarias.
En Canarias se cultivan descendientes de la variedad “Cavendish”: “Giant Cavendish”, “Dwarf Cavendish” y una nueva raza nacida en el archipiélago llamada “Gruesa Palmera”, entre otras. Precisamente esta nueva variedad surgió por mutación somática de la “Dwarf Cavendish” y ahora es propia de nuestras islas.
El clima de las Islas Canarias es más variable que el de otras zonas tropicales donde se cultiva la platanera. Esto exige que el plátano permanezca más tiempo en la en planta (6 meses) para madurar bien, respecto a la banana (3 meses).Como la inmensa mayoría de plátano viaja a la península, es decir a poquitos días en barco del consumidor final. Gracias a esto se esto mantiene más tiempo madurando en la platanera. Así alcanza un mayor grado de madurez, sabor y aroma que la banana.
Otra ventaja es la escasez de plagas y enfermedades afectan a la platanera en Canarias, comparados con las producciones tropicales. Están libres del hongo Sigatoka, y apenas les afecta el mal de panamá o un temido nematodo en el mundo platanero. El Picudo (Cosmopolites sordidus) sí hace de las suyas pero se le trata con lucha integrada, ya que el cuidado del medio ambiente es una prioridad.
IGP Plátano de Canarias
Añadir que las condiciones salariales y sociales de los agricultores canarios son mejores que las del entorno de la banana. Todas estas características le han valido la denominación de IGP (Indicación Geográfica protegida), lo que supone un reconocimiento y una protección a un producto único en la Unión europea.
¿Sabías que las pintas negras distintivas del Plátano de Canarias se deben a que son especialmente sensibles a los golpes?
Solo son apreciables en el fruto maduro y aparecen durante el transporte, con cualquier mínimo golpe o roce se activan unas enzimas responsables del pardeamiento. Afortunadamente no afectan en absoluto a la calidad del fruto.
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