¿No tenéis la sensación de que siempre buscamos la novedad y el exotismo? Hace mucho tiempo que ya no vemos en los programas de cocina o revistas gastronómicas a las legumbres.
Parece que solo eres foodie si tomas el bruch cada domingo o si utilizas harinas de cereales milenarios en tus recetas. No digamos si lo tuyo son los dulces, entonces pasarás a llamar cakes a los pasteles y bizcochos, muffins a las magdalenas y cookies, a cualquier galleta que no sea la “María”.
Mención aparte merecen los nuevos realities, con los fogones como decorado, en los que varios aspirantes a chef (qué cocinero suena muy vulgar) las pasan canutas intentando sacar algo decente en un tiempo y unas condiciones imposibles. Además de demostrar que dominan el nitrógeno líquido, las campanas para ahumados, las osmotizaciones y demás técnicas propias del quimicefa.
Esto va de tendencias
A nosotros lo que nos apetece es aprender sobre los alimentos, la historia que hay alrededor de ellos, cómo comprarlos, tratarlos y sacarles el mejor partido. Pero eso no vende estos programas. Un comentario poco afortunado de Pepe (Máster Chef) infravalorando el papel de la ciencia en la comida nos predispuso en contra. Lo más llamativo fue que no consideran a un plato de legumbres como digno de una final. No sabemos si porque son fáciles de cocinar o porque no son cool.
Vuelta a los fogones
Lo curioso del asunto es que, a pesar de estas modas, según los datos seguimos sin pisar mucho nuestra propia cocina. Cada vez tenemos más claro que en España tenemos la suerte de tener al alcance de la mano una extraordinaria variedad y calidad de alimentos frescos, esos que constituyen la base de la archiconocida Dieta Mediterránea.
Así que, si de verdad te preocupa la salud, comer natural, con alimentos locales e incluso llevar una dieta sostenible, entonces las legumbres son tus aliadas. Además, son muy económicas.
Constituyen una fuente de proteínas alternativa a productos cárnicos, de los que solemos abusar y cuya crianza, por muchos esfuerzos que se hagan, tiene más impacto ambiental global que el cultivo de legumbres. Si las combinamos con cereales tenemos un platazo con todos los aminoácidos esenciales que necesitamos para nutrirnos bien.
Nutritivas y con muchas opciones culinarias
Además, las legumbres son ricas en fibra, soluble e insoluble. Justo esa que le añaden a muchos alimentos que no tendrían por qué tenerla, para poder venderlos un poco más caros. Respecto a la economía, incluso comprando legumbre española con calidad diferenciada (mucha legumbre procede de Estados Unidos, México o Canadá), una ración por persona son unos 80 gramos y un kilo contiene más de una. Así mismo, con la vida que llevamos, ponerlas en remojo un día antes y cocinarlas a fuego lento requiere planificación y tiempo. Aun así, tenemos soluciones: está la olla exprés y los botes de legumbres precocidas.
Habrá quien diga que a un cocido o un plato de judías les falta glamour, pero un buen plato de legumbres está de moda en cualquier época del año. Gloria bendita que dirían nuestras abuelas.