El cambio climático ya es una realidad. Cada año vemos como las sequías se alargan en el tiempo, la temperatura aumenta un poco más y aparecen fenómenos extremos como inundaciones o DANAS.
Los sectores más expuestos a estos fenómenos meteorológicos son la agricultura y la ganadería.
De hecho, aunque nos estemos acostumbrado a ello, es un problema que no deberíamos tomarnos a la ligera. Según el Consorcio de Compensación de Seguros y el Instituto Geológico y Minero de España, las inundaciones en nuestro país provocan daños estimados de unos 800 millones de euros anuales.
Inundaciones en España
El fenómeno de las inundaciones, es habitual, pero no es ni mucho menos nuevo. De hecho, se han referenciado más de 2.400 episodios catastróficos durante los últimos 500 años.
El Libro Blanco del Agua
El libro es un marco de referencia de los cambios sociales y económicos que están afectando al sector primario. Sirve de ayuda para desarrollar políticas agrarias nacionales y autonómicas así como decisiones empresariales del sector agroalimentario.
Además de los desequilibrios hidrológicos causados por el clima – con cambio climático o sin él – y agravados por intervenciones no siempre acertadas en los cauces, o por no mantenerlo en condiciones, la ocupación de las zonas inundables que lleva ocurriendo desde finales del s. XIX, nos hace vulnerables.
El Libro Blanco del Agua en su día catalogó nada menos que 1036 áreas de riesgo de inundación a nivel nacional. La mayor parte de ellas en la cuenca del Ebro, siguiéndole la del Júcar, la Norte y la del Guadalquivir.
Las inundaciones pueden darse por dos causas principales:
- Por episodios breves y repentinos de lluvias muy intensas – las famosas “gotas frías” -, normalmente otoñales y muy característicos de las pequeñas cuencas mediterráneas.
- Las causadas por un largo periodo de lluvias, o por una rápida fusión de la nieve en invierno o primavera, que se dan en las grandes cuencas hidrográficas (Duero, el Guadalquivir y el Ebro).
¿Qué supone una inundación para la gente del campo?
Mientras que las inundaciones del segundo tipo hoy en día se controlan más o menos bien gracias a los embalses, las causadas por lluvias intensas en la fachada mediterránea son muy difíciles de evitar y afectan a zonas muy pobladas, por lo que resultan más peligrosas.
¿A qué problemas se enfrenta un agricultor o un ganadero cuando el agua alcanza su explotación?
El agua daña infraestructuras (carreteras o caminos, redes de suministro de agua potable, de riego, o de electricidad, invernaderos), indispensables en el trabajo diario. Se puede dañar maquinaria o instalaciones, que suelen suponer una inversión muy importante en cualquier explotación agrícola.
En el campo de cultivo el agua puede arrasar la cosecha o que esta se estropee por no poder acceder a ella en varios días. Tampoco se podrán realizar nuevas labores hasta que las condiciones del suelo lo permitan – y esto en cultivos de alta rotación como los hortícolas puede suponer perder ventas futuras. Además, tarde o temprano llegarán las enfermedades a las plantas que sobrevivieron. Puede ocurrir que algunos árboles mueran por asfixia radicular (ahogados, vamos) y, en muchas producciones, diversos hongos bajan la calidad de la cosecha obtenida. En consecuencia, habrá menos ventas.
Problemas derivados
Los ganaderos, además de los daños a las infraestructuras de la propia granja, también se pueden enfrentar a problemas para acceder a los pastos (y eso supone gastar dinero extra en piensos) o en el peor de los casos, a la muerte de los animales, sobre todo en el caso de granjas intensivas.
Así que, los agricultores y ganaderos, que no dejan de ser empresarios, tienen que proteger su negocio frente a sequías, inundaciones; heladas, pedriscos, olas de calor, etc.: alteraciones del clima que pueden echar por tierra el esfuerzo de todo un año de trabajo.
Los seguros, una herramienta indispensable
En general, para este tipo de catástrofes climáticas frente a las cuales el agricultor y el ganadero poco puede hacer, se crearon los Seguros Agrarios.
España tiene, desde su creación en 1978, el sistema de seguros agrarios combinados, mejor diseñado y con mejor desarrollo de los países de nuestro entorno. Se trata de un sistema mixto que aúna el interés privado y el público, creando un sistema de protección universal que permite asegurar casi todos los cultivos frente a casi todos los riesgos. De hecho, el propio Libro Blanco del Agua (pag 25 del resumen) considera a los seguros agrarios como una medida no estructural capaz de mitigar los efectos de las inundaciones.
La unión hace la fuerza
Una aseguradora privada, en defensa de sus intereses, solo atendería a clientes de bajo riesgo o a riesgos muy específicos, de cuya incidencia tenga una amplia información y experiencia. El Estado, por su parte, buscando el bien común de los productores, intenta proteger a todos de todo, algo que no siempre resulta rentable. Combinando la iniciativa privada con la pública se consigue universalizar la protección, pero repartiendo el riesgo, para que el sistema sea solvente económicamente hablando.
Agroseguro
La iniciativa privada la representa Agroseguro, que une a las entidades (Reale, Axa, Mapfre…) que gestionan los seguros a los agricultores.
ENESA
La iniciativa pública la representan ENESA (Entidad Estatal de Seguros Agrarios) y las Comunidades Autónomas. Ambas aportan los recursos técnicos y económicos para compensar la parte que a las entidades privadas no les trae a cuenta asegurar. En otras palabras, da al agricultor una “ayudita” económica (que puede ser de hasta el 50 %) para que se anime a contratar un seguro.
La importancia de los seguros agrarios
Pues porque según afirman en el sindicato agrario COAG, hoy por hoy en muchos cultivos y zonas, el actual sistema de seguros agrarios es el garante de la continuidad de la actividad agraria (y, por tanto, de mantener vivo al medio rural). También se da la circunstancia de que a medida que los cultivos necesitan más inversión y mayor sea su valor, se hace más necesario disponer de ellos.
El seguro agrario ha constituido una herramienta importantísima de apoyo a los agricultores y ganaderos en España, ya que les protege frente a problemas o inclemencias del tiempo incontrolables. Pero la crisis también les ha afectado, a pesar de ser vital para la supervivencia de un sector agrario que ya está bastante “tocado”.