Si os planteamos la pregunta: ¿todas las vacas producen leche? Nos tomareis por tontos y como sois lectores inteligentes responderéis que obviamente si, porque son mamíferas. Pero quizás entren dudas si reformulamos la cuestión: ¿todas la vacas valen para producir leche? Para responderlo es necesario conocer un concepto importante en ganadería: la aptitud lechera.
Y en esta entrada lo vamos a explicar comparando a las vacas con atletas. Porque, de la misma manera que nada tienen que ver un corredor de maratón con uno de velocidad, las vacas mejoradas para producir leche o carne son dos mundos distintos.
Es cuestión de aptitud
Imagina unos mundiales de atletismo y los diferentes tipos de atletas que participan. Un maratonista profesional recorre largas distancias (42 km) en horas, mientras que un velocista corre distancias muy cortas (100, 200, 400 metros) durante segundos o minutos. Aunque ambos son humanos y atletas, sus cuerpos funcionan de forma muy distinta. Además de un concienzudo entrenamiento, para destacar es necesaria una predisposición genética que los haga más aptos para una u otra disciplina.
Los velocistas son más musculosos y robustos, tienen mayor masa muscular sobre todo en las piernas y el tren superior (de la cadera para arriba). Los maratonistas suelen ser menudos, con muy poco porcentaje de grasa corporal y mayor proporción de fibras de contracción lenta. La diferencia principal entre ambos está en como utilizarán su energía: desarrollando una fuerza explosiva durante unos segundos o administrándola durante horas sin desfallecer.

De la misma manera, existen vacas mejor preparadas genéticamente para producir leche o carne. Una vaca lechera no sería buena opción para ponerla a tirar de un carro, igual que un maratonista probablemente no le ganaría una carrera de 100 metros a un velocista. Y al revés: una vaca de carne (criada para producir músculo) apenas dará la leche necesaria para criar a su ternero, de la misma manera que a un velocista le costará correr durante horas.
Por tanto, la aptitud lechera de una vaca se refiere a su capacidad para producir leche de forma eficiente. Algunas están preparadas para dar mucha leche, otras para alimentar y criar bien a terneros que nos darán carne —las de aptitud cárnica— , y otras valdrán para ambas cosas sin ser excepcionales en ninguna —las de doble aptitud—.
La importancia de la mejora genética
Con genética nos referimos, a grandes rasgos, a aquellas características que se hereda de los progenitores.
En atletas, y en otros muchos deportes, según el cuerpo que tengas serás más competitivo en una disciplina u otra: no tienen nada que ver maratonistas, nadadores, gimnastas, levantadores de pesas o jugadores de baloncesto. Ese cuerpo lo puedes haber heredado de tus padres o abuelos, o puedes habértelo trabajado a base de tesón y esfuerzo. La antropología nos puede dar muchas pistas de por qué diferentes grupos humanos dominan en algunos deportes y no vamos a meternos ahora en ese berenjenal.
Afortunadamente en el caso de las vacas la explicación es mucho más sencilla: el ser humano ha criado y seleccionado diferentes razas con objetivos muy concretos: principalmente para aumentar la cantidad y la calidad de leche (que se mide en cantidad de proteína y grasa). Mediante la mejora genética se eligen y reproducen las vacas con ubres grandes , capaces de convertir el alimento en leche en vez de musculo o grasa corporal y de mantener esa producción bastantes meses después de que nazca el ternero; algo que en la naturaleza no tiene ningún sentido, pero para el ganadero si.

Obviamente la genética no lo es todo. Para que todo ese potencial que tienen tanto los atletas como las vacas se haga realidad es importante entrenar, evitar el estrés a los animales y una buena alimentación ajustada a las necesidades de cada organismo.
¡Cómo hemos cambiado!
Antiguamente, cuando gran parte de la población vivía en el medio rural, era más fácil que una familia tuviera una o dos vacas en el corral. Lo suficiente como para tener leche, hacer queso y criar a un ternero. Y claro, en esas circunstancias, las vacas de doble aptitud eran las reinas. Todo cambió durante el siglo XX con el despegue de la ganadería intensiva, la cual alimentar a una población cada vez mayor y más urbana tuvo que optimizar la producción de leche por un lado y de carne por otro.
Si vemos las cifras en España podremos hacernos una idea. Por ejemplo en los años 80 la producción media de leche de vaca estaba cercana a los 3.000 litros por vaca y año, en los años 2000 se aproximaba a los 6.000 litros por vaca y año y en esta década de 2020 la media son unos 8.000 litros por vaca y año.
Obviamente, el hecho de que en 50 años la producción haya mejorado un 150% no se debe sólo a la mejora genética. Este aumento ha ido acompañado de una mejor alimentación de los animales con dietas más equilibradas y ajustadas a sus necesidades, un ordeño cada vez más totalmente automatizado y al control individual de la salud y bienestar de las vacas. En definitiva, gracias a la ciencia y la tecnología.
Pequeña guía de razas vacunas





¿Seriáis capaces ahora de ver una vaca en el campo y decidir si es de aptitud lechera o cárnica?