En esta ocasión os presentamos a Marta Llorente, madrileña de nacimiento que desde los 16 años tuvo claro que su lugar estaba en Zazuar, un pequeño pueblo en la ribera del Duero burgalesa. Os mostraremos cómo es su día a día y qué eliminaría si pudiera.
Nada más terminar su formación en Administración y Finanzas, Marta se instaló en el pueblo. Tras pasar por varios trabajos que le ayudaron a desarrollar diversas habilidades y competencias, el embarazo le cambió la vida. No solo por todo lo que supone tener un hijo, sino porque el despido posterior le cerró una puerta pero le abrió el mayor ventanal de su vida, como ella misma cuenta en su bio de Linkedin.
Junto a su marido apostaron por el trabajo en el campo, comenzando con ocho hectáreas de cereal de secano. Con ilusión y mucho esfuerzo fueron arrendando tierras y consiguieron comprar alguna viña. Cuatro años más tarde llegó la granja de cebo de porcino como el complemento perfecto, que actualmente constituye la principal ocupación de Marta.
Se trata en definitiva de una ganadera de porcino satisfecha y orgullosa de pertenecer a ese sector y de la empresa agropecuaria que ha creado junto con su marido y que le ha permitido construir su vida en el medio rural.
¿Desde cuando eres agricultora? ¿Y ganadera? ¿Merece la pena económicamente ser agricultor profesional?
Agricultora desde hace 10 años y ganadera desde hace 6. Aunque soy madrileña, siempre había vivido el campo en casa como un pequeño hobbie de mi padre, ya sabes, seguía la tradición de las tierras de mi abuelo y, aunque yo no iba a trabajar las tierras, si que iba a trabajar las viñas.
Económicamente merece la pena si creces y aumentas tu explotación, hoy en día sería imposible vivir con la explotación del abuelo, pero el crecer tiene muchos inconvenientes. Queremos seguir teniendo nuestra explotación familiar, gestionada por mi marido y por mí, pero para ser rentable tienes que invertir mucho dinero, ya sabes, hacer más con menos. Por no hablar de la cantidad de horas que tenemos que invertir en nuestra “pequeña gran explotación” donde te tienes que hacer tu mismo todas las cosas porque si tienes que pagar por ello, adiós a la rentabilidad.
¿Tienes formación específica vinculada al sector agrario? ¿En qué medida crees que se ajusta al día a día de un agricultor o ganadero?
Mi formación oficial es Técnico Superior en Administración y Finanzas, después si, tengo mil cursos de formación específica del agro; Incorporación a la Empresa Agraria, Fitosanitarios o Bienestar Animal son los básicos que necesitas para que la administración te deje trabajar en este sector.
Bajo mi punto de vista, la formación es imprescindible, nunca se acaba de estudiar y hay que estar formada e informada para poder evolucionar, pero no es menos importante la sabiduría de nuestros mayores y eso no se aprende en cursos.
En el trabajo de la vid, según la estación tus tareas cambian considerablemente, pero ¿podrías contarnos cómo es un día típico en las épocas de más trabajo?
Realmente es mi marido el encargado del trabajo en el campo, el es el “jefe” ahí y yo lo soy en la granja, pero cuando más trabajo hay en las viñas es en la vendimia y ahí sí que sí, soy necesaria durante todo el día. Es una época de muchas horas de trabajo y mucho estrés de gestión y logística.
Durante el invierno se hace la poda en seco y cuando ya empieza la brotación en el mes de marzo, los días corren que vuelan, hay que hacer poda en verde, desniete, tratamientos fitosanitarios, aclareo de racimos…
En una granja intensiva de cerdos, sin embargo, el trabajo se organiza de una manera muy distinta. ¿Cómo funciona la vuestra?
Mi granja está en el sistema de integración, eso significa que yo ofrezco mis instalaciones y mi mano de obra a la empresa integradora y la empresa entra en mi granja sus animales para que yo los cuide, crie y atienda hasta que lleguen al peso comercial de venta. La empresa integradora me ofrece los servicios veterinarios y el suministro de pienso y medicamentos, el resto corre de mi cuenta. Yo cobro por cada animal sacado vivo, así pues, te imaginarás que nadie mejor que yo para querer garantizar el bienestar animal y buen cuidado de mis animales. Que sea una cría en intensivo no significa que sea mala, significa producir más con menos, por lo de la rentabilidad antes mencionada.
La organización aquí es más sencilla puesto que sabes los tiempos aproximados que dura cada ceba y, sobre todo, no dependes de la climatología para que tu trabajo llegue a buen puerto. Pero eso sí, los animales comen todos los días.
¿Cuál consideras que es la parte más difícil de tu trabajo? ¿la más aburrida? ¿Y la que más satisfacciones te da?
Difícil, aburrida, tediosa, incomprensible, incoherente…¿sigo? Sin duda alguna, la burocracia.
La más satisfactoria, la cosecha/vendimia y la salida de los animales a la venta. Es cuando ves el fruto de tu esfuerzo.
Apareces en el programa “La aventura del saber” te dedicó un programa contando tu experiencia. En el hablas del enorme papeleo que supone la burocracia, ¿cuántas horas le echas al día de media? Viviendo en el medio rural, sin oficinas cerca, ¿poder hacer trámites on line sirve de ayuda?
Hasta hace un par de años encendía el ordenador aproximadamente 2-3 veces a la semana, ahora absolutamente todos los días tengo que hacer algo en el despacho. Casi dedico más horas a la oficina que al cuidado de mis animales. Algo no está funcionando.
Los trámites on line, a mí me han dado la vida. Antes tenía que bajar todas las semanas a Aranda por lo menos un día para hacer papeleo. Si algo bueno nos dejó la pandemia es poder trabajar on line. Al principio fue complicado encontrar los sitios web para hacer los trámites, porque no está todo unificado en una plataforma, claro; pero a día de hoy puedo hacer todo on line, menos la notaría y el registro de la propiedad. También tengo suerte de que hace un par de años nos metieron la fibra en el pueblo, de no tenerla, sería muy complicado.
Eres una de las ocho españolas del proyecto europeo “Grass ceiling” que trata de visibilizar a la mujer rural. ¿Por qué es importante el papel de la mujer en el medio rural? ¿hasta que punto se os reconoce y se apoya en la práctica?
Creo que la mujer rural siempre ha tenido su reconocimiento porque su papel ha sido y será siempre fundamental, pero ese reconocimiento era en su entorno más cercano. Ahora parece que si no estás en boca de todos no eres nadie. El reconocimiento del público está muy bien, pero como el de tu familia y amigos, ninguno.
Ahora hay mucha “discriminación positiva” hacia la mujer, ofreciendo ayudas aumentadas o planes especiales por el mero hecho de ser mujer. Personalmente, prefiero que se me reconozca por mi trabajo que no por el hecho de que mi trabajo esté hecho por una mujer.
Si pudieras dejar un mensaje a un consumidor en la etiqueta de uno de tus productos ¿qué le dirías?
CONSUME PRODUCTO NACIONAL. GANAS TU, GANAMOS TODOS.
Podéis encontrar a Marta en:
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