Antes que nada vamos a empezar por los conceptos básicos. Muchos recordareis del colegio que existe la agricultura de secano y la de regadío. Esta requiere gran cantidad de agua pero permite obtener cosechas mucho mayores que las de secano. Lo mismo hasta conoces, a poco que tengas plantas en el jardín o la terraza, las distintas maneras de proporcionar a las plantas el agua que necesitan: a manta, por aspersión, por goteo.
¿Sabías que una hectárea de regadío produce unas cinco veces y media lo que una hectárea de secano?
Riego por superficie
En el riego por superficie, el agua se deja discurrir por la superficie cultivada y, conforme avanza, moja el terreno. Se puede inundar toda la superficie de la parcela como ocurre en los arrozales o conducir el agua a través de canales como se ha hecho en las huertas tradicionalmente. Este tipo de riego requiere de mucha cantidad de agua, que se pierde en parte por evaporación, y una buena dosis de experiencia para manejarlo bien.
También se denomina riego por gravedad, ya que el agua se irá desplazando por la parcela movida únicamente por la fuerza de la gravedad. Es un tipo de riego que apenas requiere infraestructuras, pero ofrece poco control sobre el uso del agua.
Riego por aspersión
El riego por aspersión imita la lluvia y crea un ambiente húmedo alrededor de las plantas, algo necesario en determinados cultivos. Para funcionar necesita de un sistema de bombeo y una red de tuberías, controlado todo desde una estación de riego dirigida por ordenador. Este tipo de riego gasta menos agua que el anterior, aunque se pierde bastante por el viento y la evaporación.
Estos sistemas de riego suponen una gran inversión económica, tanto para instalar, y mantener las infraestructuras, como para hacerlas funcionar, ya que conducir el agua a presión para imitar el efecto lluvia a lo largo y ancho de grandes parcelas supone un gasto energético considerable.
Riego por goteo
El riego por goteo proporciona el agua a la planta gota a gota, en la cantidad necesaria y justo cuando lo necesita. Comparte infraestructuras con el sistema anterior pero tiene un menor consumo de energía. El agua circula por una red de tuberías de distintos materiales y calibre hasta llegar a los goteros, que vierten el agua directamente en cada una de las plantas. Solo hace falta aplicar presión para que le llegue a todas las plantas la misma cantidad de agua, estén cerca o lejos del pozo y la bomba.
Ahorrar a toda costa
Cada vez somos más conscientes de que el agua es un recurso imprescindible para producir alimentos y que hay que utilizarla racionalmente. Por esta razón, los ingenieros han desarrollado nuevos materiales, programas informáticos para gestionar el riego por ordenador o incluso el móvil, y la aplicación de sistemas de teledetección tanto para estimar las dosis de riego idóneas para cada cultivo y zona climática como para conocer la necesidad de agua en tiempo real de los cultivos existentes.
¿Sabías que el nivel tecnológico de los regadíos españoles está a la cabeza del mundo?
Plan Nacional de Regadíos
Las instituciones, también conscientes de la necesidad de ahorrar agua, impulsaron a principios de la pasada década el Plan Nacional de Regadíos. Su objetivo era tanto aumentar la superficie destinada al riego como sustituir el riego por inundación – que consume mucha agua pero apenas energía – por modernos sistemas de presión (aspersión y goteo), capaces de ahorrar mucha agua pero que suponen un mayor coste, tanto en infraestructuras como en energía.
De esta manera, poco a poco ha ido aumentando la cantidad de superficie regada, y con ella el consumo de energía, necesaria para captar el agua de los pozos mediante bombas y para proporcionarle la presión necesaria para que llegue hasta el último rincón de la parcela de riego.
Evidentemente esta electricidad hay que pagarla, al igual que lo hacen las fábricas y los ciudadanos. Y todos sabemos cómo ha ido subiendo el recibo de la luz; hoy día de media, el 40 % del dinero que paga el agricultor por regar, va directamente a la factura de la luz. Así que, motivos medioambientales aparte, un agricultor de regadío tiene que ser eficiente, tanto al utilizar el agua como la energía. Y aun así, puede que su negocio no esté asegurado.
¿Sabías que los regadíos son los primeros consumidores de agua del país, con el 68 % del consumo total, y los segundos demandantes nacionales de energía, sólo por detrás de ADIF?.
Regantes ahogados por el tarifazo eléctrico
Este sistema tarifario actual paradójicamente perjudica a los regantes que han hecho un mayor esfuerzo en modernizarse sobredimensionando sus instalaciones y la potencia de las bombas. Se preveía que los nuevos regadíos sí iban a necesitar más energía para funcionar bien, pero no contaban con que el precio de la energía eléctrica escalara de la manera que lo ha hecho.
A nivel doméstico y para hacernos una idea, es como gastarse un pastón (planes renove incluidos) en bombillas led, electrodomésticos de clase A++ , calefacción eléctrica con acumuladores de calor y demás inventos para ahorrar energía y tener un hogar más “verde”. Considerando la infinidad de artilugios eléctricos que tenemos en casa, aún gastando poco, si sube el término fijo de la luz habrá que pagar más si o si. El reconocimiento para los que ahorran energía ni se ve, ni se espera.
Sobrecostes a la producción
Estas subidas van a suponer a los regantes un sobrecoste anual de 37 millones, y un freno bestial a la modernización de regadíos. Con las actuales tarifas, a ver quién es capaz de amortizar la pedazo de inversión que supone montar un regadío con las últimas tecnologías. En algunos casos puede incluso arruinar las explotaciones, ya que muchas zonas regables modernizadas resultan a día de hoy inviables económicamente, o incluso forzar el cambio a cultivos de secano. El sobrecoste afecta fundamentalmente a los cultivos de interior de cereales (principalmente maíz) y oleaginosas, más dependientes de las ayudas de la PAC.
Este incremento que ahoga al sector agrícola en regadío, es la razón por la que se manifiestan los regantes. Proponen dos alternativas que me parecen bastante lógicas.
Alternativas
En primer lugar, pagar por la potencia realmente consumida y no por la contratada, algo lógico y exigible para un ciudadano de a pie. Volvamos a la casa “super verde”, que resulta que es sólo de veraneo: después de la inversión hecha en bombillas led, dan ganas de tenerlas toda la noche encendidas porque “ya que he pagado X pues gasto X”. Un agricultor no tiene esa opción: a lo largo del año necesita dos tipos de potencia…mucha de abril a octubre, cuando se riega y poca el resto del año para el mantenimiento de los equipos. No va a tener funcionando el riego todo el año solo porque lo haya pagado. Y la idea de cambiar a cultivos que se rieguen todo el año, resulta más que inviable porque España no es un país tropical.
En segundo lugar solicitan una reducción del IVA. Si ya nos duele a cualquiera de nosotros, que vivimos en una sociedad dependiente de la electricidad, un IVA del 21%, que un agricultor tenga que asumir ese mismo impuesto cantidad solo para mover el agua destinada a producir alimentos, resulta cuanto menos, chocante.
Actualización (9/10/2014).
¡Buenas noticias!: El Gobierno introducirá en la reforma fiscal una exención del 85 % del impuesto especial de la electricidad para los regantes y una rebaja de módulos para compensarles por el incremento de los costes energéticos de 2013. Fuente: EFE agro
Actualización (22/05/2019)
¡Más buenas noticias !. Hace tiempo el gobierno aprobó un real decreto que daba vía libre a las dos tarifas de consumo eléctrico adaptadas a la actividad agrícola, aunque apenas se han empezado a aplicar. Para los que optaron por independencia que ofrecen las energías renovables, la derogación del “impuesto al sol” ha supuesto un verdadero alivio.
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