2015 fue declarado por la FAO el “Año Internacional de los Suelos”, por su tremenda importancia en la producción de alimentos. Esta vez no va a ser una palabra al uso, sino más bien la expresión que se utiliza para indicar en qué proporción están presentes los tres nutrientes básicos en los fertilizantes.
Macronutrientes y micronutrientes
Las plantas necesitan los nutrientes para desarrollarse, y en función de la cantidad en que los tomen distinguimos dos tipos: los macronutrientes – grandes cantidades -y los micronutrientes – necesarios en muy pequeñas cantidades. Entre los macronutrientes tenemos: el oxígeno y el carbono, tomados del aire en forma de dióxido de carbono (CO₂) mediante la fotosíntesis, y el hidrógeno que lo toman del agua (H₂O) del suelo a través de las raíces. Justo después vienen los tres protagonistas de esta entrada, los macronutrientes principales.
N, de Nitrógeno.
Es el principal responsable del crecimiento y el desarrollo de las plantas, ya que forma parte importante de aminoácidos, proteínas, enzimas, etc.
P, de Fósforo
Se le considera un “factor de precocidad”, ya que activa el desarrollo inicial de los cultivos y favorece su maduración.
K, de Potasio
Es el factor de calidad. En la planta el potasio juega muchos papeles que podrían resumirse en permitir crecer mejor a la planta y a sus frutos.
Es necesario que exista un equilibrio entre estos tres macronutrientes para lograr el desarrollo armónico de los cultivos. Pero ese equilibrio no será el mismo para todas las plantas cultivadas ni en todos los suelos, por lo que suele ser recomendable hacer análisis de suelo antes de instalar un nuevo cultivo o añadir fertilizantes. De todas maneras, existen fórmulas preestablecidas, muy utilizadas en agricultura, adaptadas a los distintos cultivos y a las distintas necesidades que tienen durante su desarrollo.
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