¿Sabías que la palabra cacao procede del castellano? Lo cogimos prestado de las lenguas mesoamericanas. Se trata de una semilla astringente, amarga e insípida. De ella se obtiene el chocolate, quizás el dulce más famoso y consumido del mundo. Sin embargo, el cacao que conocemos hoy en día no tiene nada que ver al que descubrió Cristóbal Colón, allá por 1502.
Orígenes del cacao
Procede de la cuenca del Amazonas, y llegó hasta América central transportado por los indígenas, que lo empleaban como alimento de reserva de energía y agua. Los olmecas fueron los primeros en cultivar los primitivos arbustos de cacaotal, se lo enseñaron a los mayas quiénes se lo vendían a los aztecas. Fueron estos últimos los que tostaban y molían las semillas, haciendo con ellas un líquido amargo que tomaban en las ceremonias religiosas.
Los pueblos mesoamericanos bautizaron al cacao como kakawa y a la bebida obtenida a partir de él cacahuaquchtl; palabro que los conquistadores españoles transformaron en chocolate, “agua amarga”.
Linneo nombró al árbol del cacao Theobroma cacao, por su connotación religiosa y comestible: “Theos” que es Dios y “broma” alimento.
El chocolate y su origen amargo
Antes de ser dulce, los mayas consumían una bebida a base de cacao triturado, agua fría, especias (vainilla, chile, achiote) y miel silvestre que tenía un sabor amargo y picante. Los españoles cambiaron las especias originarias por canela, clavo, anís y pimienta negra y lo tomaban caliente. Fue así como viajó a España y, después, al resto de Europa.
Cuando los españoles se instalaron en el Nuevo Mundo comenzaron a cultivar la caña de azúcar. Ellos no lo sabían, pero estaban a punto de encontrar la combinación perfecta.
El chocolate llega a España
Se viene otra curiosidad: El Monasterio de Piedra fue el primer lugar donde se elaboró el chocolate en Europa, allá por el año 1524 ¡Sorpresa!
Fray Jerónimo de Aguilar, un monje que acompañó a Hernán Cortés en su conquista del imperio Azteca, trajo como souvenir al abad del Monasterio las semillas del cacao y las claves para consumirlo. Y aquí surgió la idea de mezclarlo con azúcar.
Desde la conquista de América hasta el siglo XVII el chocolate fue propiedad de España y Portugal, ya que eran estos países los que tenían colonias en zonas productoras. Era una mezcla oscura, de sabor fuerte pero agradable y de textura áspera, que disfrutaban los miembros de la alta burguesía, sobre todo las mujeres.
Su consumo se extendió a las clases sociales inferiores y se exportó al resto de Europa y se disparó. Resulta curioso comprobar que otros alimentos que vinieron de las indias, como la patata o el tomate, no tuvieron tanto éxito.
¿Conocéis la palabra jícara? Era el recipiente en el que se servía y que una famosa marca ha recuperado para su línea gourmet. Es un recipiente (parecido a un vaso). En la alta sociedad era de plata o porcelana y de barro para el pueblo llano. Fuente: Wikimedia/ Museu de Cerámicade l’Alcora – Trabajo propio, CC BY-SA 3.0 |
I + D en Europa
El chocolate entra en Francia con los jesuitas y sobre todo gracias a dos importantes “influencers” de la época: las reinas Ana y María Teresa de Austria, esta última casada con Luis XIV. Ambas pusieron de moda el chocolate en el París del siglo XVII.
En el XIX en Holanda se desarrolla el proceso de desgrasado, que hizo la bebida más digestible y alargaba la vida útil del cacao una vez molido, ya que la semilla tiene mucha grasa y se enrancia con facilidad. Los suizos añadieron leche en polvo mejorando su sabor y consistencia. En este momento se crean también las primeras tabletas de chocolate sólido.
Todos estos avances marcan el inicio de las grandes casas chocolateras europeas: Tobler, Suchard, Lindt y Nestlé. Eso sí, a partir de entonces la fórmula del chocolate, que es la que ha llegado hasta nuestros días, se empobrece, pasando a ser cacao, azúcar y leche.
Destino final: África e Indonesia
En este punto de la historia, el cacao se convierte en un bien económico y la zona de Mesoamérica no da abasto para cubrir la demanda.
El cacaotero no se cultivaba en Europa. Por ello, los países productores fijaron nuevas plantaciones en sus territorios coloniales o donde tenían relaciones comerciales. Los españoles y portugueses llevaron el cacao a África: la isla de Fernando Póo, Santo Tomé y Ghana. De ahí, ya en los albores del siglo XX, las plantaciones se extienden a Nigeria (colonia inglesa) y Costa de Marfil (en posesión de Francia).
En Francia tampoco perdieron el tiempo, ya que mucho antes, en 1660, lo sembraban en las islas atlánticas de la Martinica y Guadalupe. Los holandeses lo hicieron en Surinam (América), en Java y Sumatra (Indonesia). Los ingleses en Jamaica y Ceilán (actual Sri Lanka).
Los franceses tampoco perdieron el tiempo ya que mucho antes, en 1660, habían iniciado el cultivo de chocolate en las islas atlánticas de la Martinica y Guadalupe. Los holandeses lo hicieron en Surinam (América), en Java y Sumatra (Indonesia). Los ingleses en Jamaica y Ceilán (actual Sri Lanka).