¿Sabías que en la UE se procede cada año al sacrificio de pollitos macho ( cerca de 300 millones de ellos) de razas ponedoras porque no ponen huevos y no es rentable engordarlos?
El problema de qué hacer con los pollitos macho existe y es absurdo negarlo. No vamos a contar cómo se sacrifica a los pobres animalitos: podéis buscar por “chick culling”, “sacrificio de machitos” o “sacrificio de pollitos”.
El peliagudo problema de los “pollitos hermanos”o “Bruderküken”
Esta expresión es la que se usa a menudo en Alemania; el país donde suelen empezar la mayoría de las tendencias verdes, animalistas o antroposóficas. Pero antes de acordarnos de toda su vikinga ascendencia, pongámonos en situación.
Solo las gallinas hembra ponen huevos, hasta ahí todos de acuerdo, ¿no? Y para tener gallinas ponedoras hay que criarlas. Ellas también proceden de huevos y como en casi cualquier especie, es de esperar que nazcan mitad hembras y mitad machos.
Producción de huevos
El sector de la producción de huevos suele estar organizado de la siguiente manera: por un lado, tenemos las granjas de ponedoras (donde viven las gallinas que ponen los huevos que nos comemos y que no están fertilizados), por otro las granjas que crían a las ponedoras. Estas últimas están dotadas de “incubadoras” donde nacen las pollitas y pollitos. Por último, están las instalaciones que se encargan de la selección genética y mejora de madres (y padres y abuelos) de las gallinas ponedoras.
De estas incubadoras saldrán, por tanto, pollitas como pollitos, y ahí surge el dilema:
¿Qué hacemos con los machos? Hay varias posibilidades:
Sacrificarlos
Es lo que se ha hecho hasta ahora. Los métodos permitidos en la Unión Europea, y los más utilizados a nivel mundial, son el ahogamiento con CO₂ y la trituración a muy alta velocidad. Si este último provoca rechazo ya solo con mencionarlo, visualmente no digamos. Sin embargo, según me cuenta nuestra colaboradora experta en bienestar animal, la asfixia con CO₂ resulta muy irritante para los pulmones por lo que quizás la muerte de los pollitos sea algo más traumática.
Dejarlos vivir
No tiene ningún sentido tener un macho por cada hembra, eso no pasa ni en los gallineros domésticos. Considerando que eso supondría alimentar a la gallina ponedora y a su hermano, multiplicado por los miles de gallinas que viven en una granja convencional, esta opción queda descartada.
Dejarlos vivir temporalmente
Hasta que sean aptos para consumo. Una brillante idea salvo porque tiene varias pegas, y todas se deben a que cuesta mucho que estos “pollos hermanos” engorden en condiciones.
¿Sabías que a día de hoy cebar pollitos macho es económica y ambientalmente insostenible?
Os dejamos un dato que lo explica todo: un pollo de engorde (hablamos de ellos aquí) llega a un peso promedio de sacrificio de 2.5 kg después de once semanas, mientras que un pollo de razas ponedoras apenas alcanza 1.3 kg después de 10 semanas de cebo.
Costes de producción
Considerando que se lleva mejorando las estirpes de gallinas casi desde hace un siglo para que unas conviertan el pienso en huevos y otras desarrollen grandes musculaturas de la manera más eficiente posible, empeñarse en hacerlo al revés es un poco de tontos, ¿no? Si en el mismo tiempo, con el mismo pienso se obtiene menos carne, es obvio que criar a estos pollos no es rentable. Sobre todo, considerando que el pienso suele ser el coste más importante de la granja.
Costes ambientales
Desde el punto de vista ambiental tampoco es eficiente, ya que supone destinar más pienso, cuya fabricación y transporte tiene un impacto ambiental innegable, para obtener menos carne. Por no hablar del tiempo que hay que mantenerlos en instalaciones climatizadas (es decir, gasto de energía) donde cagarán más o menos lo mismo que sus primos, los broiler (es decir, contaminación), pero creciendo lo justo.
Bienestar animal
Podríamos creer que al menos desde el punto de vista del bienestar animal sí estaríamos ganando. No del todo. Los sistemas de sacrificio en mataderos no están adaptados a pollos de ese tamaño, por lo que la muerte de los animales no es tan rápida y limpia como cabría desear, por decirlo de una manera aséptica.
Además, muchos de esos pollos que le sobran al sistema productivo avícola alemán es un secreto a voces que acaban viajando a Polonia, donde son engordados en dudosas condiciones de bienestar animal. Una vez sacrificados los mandan a países en desarrollo donde compiten con las industrias cárnicas locales. A tomar por saco también los criterios éticos.
Las soluciones que existen actualmente
Una vez explicado el contexto vamos a las alternativas. Alemania y Francia ya han prohibido el sacrificio de machos y lo habitual es que este tipo de normas se dicten cuando ya existe alguna solución técnica más o menos viable.
Sexado in-ovo
El sector está deseando encontrar una solución sostenible desde todos los puntos de vista. Lo ideal sería será el sexado in-ovo en el huevo recién puesto, antes de ser incubado. De este modo, los huevos con machos se eliminarían antes de entrar en las incubadoras, lo cual ahorraría mucho espacio y sobre todo energía.
Otra ventaja es que, al no desarrollarse el embrión, se eliminan las reticencias de parte de la sociedad de matar pollitos, aunque estén a medio desarrollar. No es broma; en principio para 2024 en Alemania estará prohibido cualquier método de sacrificio de embriones a partir del sexto día de incubación, el momento que parece que el pollito embrionario puede comenzar a sentir dolor.
Inconvenientes
Pero hay dos problemas que al parecer la legislación no tuvo en cuenta en su momento: por una parte, es complejo de determinar a partir de qué edad “siente” un embrión, y por otro día de hoy no hay tecnologías capaces de lograr ese nivel de detección tan temprano a nivel industrial.
Eso no quita para que las soluciones más económicas y satisfactorias para el consumidor, se basan en el sexaje in-ovo, es decir, cuando el embrión está todavía dentro del huevo. Existen varios sistemas, cada uno con sus porcentajes de aciertos y capaces de trabajar a distinta velocidad.
¿Sabías que las actuales técnicas de sexado de huevos disponibles en el mercado funcionan todas después de 6 días del proceso de incubación?
¿Qué opciones existen?
Ecografía del huevo
De las dos opciones principales en el mercado, una de ellas la lleva a cabo la empresa AAT y se basa en la ecografía del huevo. El método Cheggy es capaz de determinar el color de las plumas y con esto el sexo del pollito. Tiene dos pegas: solo vale para las estirpes de gallinas marrones y para huevos de 15 días, y una gran ventaja, es barata.
Determinación de hormonas sexuales del embrión
Otro sistema que nos gusta porque parece venido del futuro, es el que utiliza la empresa SELEGGT: consiste en la determinación de hormonas sexuales del embrión y puede obtener resultados fiables entre el día 8 y 9 de incubación.
El huevo incubado se retira de la incubadora para colocarlo en una máquina donde un sensor verifica primero si está fertilizado. En los huevos fertilizados, los láseres crean un agujero muy fino (0,3 mm) en la cáscara del huevo para extraer cantidad mínima de líquido alantoideo sin dañar el interior del huevo. Este líquido se somete a un marcador que detectará la presencia de una hormona femenina (el sulfato de estrona) cambiando de color.
Ventajas
De esta manera se pueden clasificar los huevos, devolviendo a la incubadora a las futuras hembras y destinando el resto a elaborar pienso de alta calidad. No es necesario sellar el minúsculo orificio creado por el láser, ya que la membrana interna lo hace por sí sola, permitiendo a las pollitas nacer sin problemas pasados los 21 días de incubación.
La gran ventaja de este método es la capacidad de detección más temprana. El inconveniente es el coste de la inversión requerida.
Por esta razón, la empresa que ha desarrollado la tecnología, Seleggt, ha formado un consorcio con otra, Respeggt, que se encarga de la tarea no menos importante de verificar que todo lo que llega al mercado ha seguido una serie de normas que aseguran que es un huevo o producto derivado en cuya producción no se han sacrificado pollitos.
Este consorcio alemán se dirige a las empresas envasadoras. Ellas son el eslabón de la mitad de la cadena, que pueden transmitir el sobrecoste a los supermercados y estos al consumidor, de manera que el ganadero no asuma más costes de producción. Esto permite incluso que pequeños ganaderos puedan colocar en el mercado los huevos producidos sin necesidad de sacrificar a los “pollitos hermanos”.
Sí, hay proyectos que no los sacrifican
Por otra parte, a pesar de la insostenibilidad de engordar pollitos machos, lo cierto es que también se hace. Algunas granjas los crían a pesar de todo y les va bien, ya que son capaces de contar una historia que convierte ese coste extra en un valor añadido, como es el caso de la iniciativa “Huhn & Hahn” (“Pollo & Gallo”).
El grupo Respeggt también verifica el engorde de “pollitos hermanos” en base a unas normas bien definidas (utilización de piensos no modificadas genéticamente, engorde de mínimo 10 semanas y 1,3 kg y comercialización de la carne en Europa). Otros, como hemos visto, los mandan a terceros países y se acabó el problema.
La llegada al mercado: y esto ¿cuánto me cuesta?
En la actualidad es posible encontrar huevos o derivados procedentes de industrias que no sacrifican “pollitos hermanos” en los principales supermercados de Alemania, Francia y Países Bajos (Aldi, Lidl, Carrefour, Jumbo, Rewe y unos cuantos más). Como era de esperar, casi todos los estándares alemanes “bio” o “eco” añaden el reclamo del no sacrificio de los pollitos hermanos.
De hecho, el incremento de costes que llega al consumidor final es de unos 2 ct por huevo. Una subida asumible considerando toda la investigación y tecnología que hay detrás, sobre todo si consideramos el coste unitario de un “huevo eco puesto por una gallina cuyos hermanos no fueron masacrados”.
Hemos investigado los precios de un envase de seis huevos de corral en la cadena de supermercados Rewe: los que utilizan el proceso SELEGGT cuestan 1,69 euros, mientras que los de machos engordados suben a 1,79 euros. Por poner contexto, la misma cantidad en su variante ecológica con machos engordados sube a 2,29 euros y uno básico de gallinas criadas en suelo 0,99 euros. Creemos que estos márgenes no son excesivos.
Pequeña reflexión final
La verdad es que este tema tiene miga. Por una parte, hace que nos planteemos si entre nuestras prioridades dominan las consideraciones éticas, la sostenibilidad ambiental o la rentabilidad económica. Los tres puntos son importantes y deseables, pero por desgracia no suelen coincidir. Del mismo modo, es imposible encontrar a alguien que te haga un trabajo bueno, rápido y barato.
Por fortuna, contamos con la tecnología, que nos ayuda a lograr ese compromiso. Lo hemos visto con el sistema Seleggt o incluso se han obtenido huevos bio-luminiscentes obtenidos en Israel por modificación genética que permitirían la determinación del sexo en el huevo recién puesto. El pequeño escollo es que en la UE esos inventos para tocar los genes gustan entre poco y nada.
Situación en España
En España la cifra de pollitos sacrificados es de 35 millones y de momento no parece que haya movimientos en ese sentido.
Hasta que llegue este asunto a España creo que todavía queda un tiempo. Así que deberíamos aprovecharlo para reflexionar acerca de nuestras prioridades y nuestras “red flags” (el “por ahí no paso” de toda la vida). En otras palabras, que no nos autoengañemos, no se puede tener todo.
Disclaimer:
Durante la elaboración de esta entrada, ningún pollito sufrió el más mínimo rasguño y la autora aprendió unas cuantas palabrejas más en alemán. Por cierto, enhorabuena si has llegado hasta aquí.
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