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¿Playa o montaña? Ratones de campo y ratones de ciudad.

¿Eres de playa o de montaña? ¿Te gusta más lo urbano o lo rural? A la hora de elegir destino vacacional hay quiénes lo tienen claro: unos prefieren respirar aire puro y reconectar con la naturaleza y otros un turismo de playa o de circuitos urbanos.

El problema está en la brecha que separa el mundo rural del urbano y la distorsión que los ciudadanos tienen de ambos. Con las vacaciones de verano hay un intercambio, los habitantes de un lado saltan al otro pero el vínculo es solo temporal. Esta situación no es nueva. El título de este post está inspirado en una fábula de Esopo que ya en el 500 a.C reflejaba el campo y la ciudad como dos mundos enfrentados.

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Fuente de la imagen: Freepik.

Os vamos a contar tres situaciones reales que se dan en periodo vacacional:

Festival de globos aerostáticos en Segovia.

¿A quién no le gustaría admirar el territorio a vista de pájaro? El paisaje agrario castellano, con sus grandes horizontes, puede ser el escenario perfecto. Todo bien hasta aquí. Mientras disfrutamos de actividades como esta no pensamos que sobrevolamos campos de cultivo, pastizales, espacios para el ganado. Muchas veces los globos aterrizan en propiedades privadas interrumpiendo el descanso de los animales o dañando zonas de siembra.

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Globos aerostáticos accesibles sobrevuelan el cielo de Segovia. Diego de Miguel-Ical.

Lo razonable sería  evitar zonas de pastizal y que tanto los despegues como los aterrizajes, se realizaran en parcelas en las que se contara con autorización para hacerlo. Pues que si quieres arroz Catalina. Según cuentan en esta noticia, la Unión de Campesinos de esa provincia lleva desde hace ya bastante tiempo pidiendo a las empresas que tomen esas  precauciones, con tan poco éxito hasta el momento que han decidido recurrir a la Subdelegada del gobierno para que tome cartas en el asunto.

Excursionistas por el monte.

Poco a poco, la concienciación ambiental va calando en la sociedad. Sabemos qué hacer para prevenir incendios y que hay que llevarse la basura a casa (otra cosa es que se lleve a la práctica). Sin embargo, con el auge del turismo rural y la mayor movilidad de la gente llega la interferencia de los excursionistas en el monte con la ganadería extensiva.

Los pastores de cabras y ovejas, a través de la Organización Interprofesional Agroalimentaria del Ovino y Caprino (INTEROVIC), han elaborado el Decálogo del turista rural sostenible. ¿Para qué sirve? Para informar sobre unas sencillas pautas de comportamiento cuando realizamos turismo rural.

Por ejemplo, en carretera recomiendan respetar las señales de paso de ganado y reducir la velocidad. Las carreteras a veces atraviesan montes públicos o comunales y podemos encontrarnos con una vaca o un rebaño. En estos casos hay que ser paciente, no utilizar el claxon y no bajar del coche, ya que los animales pueden asustarse y salir corriendo.

También existe un conflicto entre el excursionista y el perro pastor y se debe a un desconocimiento de la importante labor que realizan estos animales. La función del perro pastor es proteger al rebaño, normalmente del ataque de lobos, y, para ello ha de estar suelto y sin bozal. Puede que si nos encontremos con él y vamos acompañados de nuestra mascota, nos ladre. En estos casos lo mejor es alejarse despacio y él seguirá su camino.

 

Se han dado casos en los que los turistas, creyendo que el perro estaba abandonado, se lo llevan, avisan a la autoridad competente o el animal acaba en una protectora.

Foto de un mastín trabajando.
En determinados casos pueden estar solos a cargo de rebaños en zonas cercadas. Fuente: GeR – Ganaderas en Red.
 

Invasión de un campo de girasoles

Esta historia es real y os lo demostramos en esta noticia.

La familia Bogles tiene una granja en Ontario (Canadá) en la que cultivan girasol, maíz, mijo, avena y cebada. Decidieron buscar una fuente extra de ingresos ofreciendo a fotográfos inmortalizar sus campos de girasoles. Al año de abrir, acondicionaron uno de los campos como aparcamiento y contrataron personal para guiar y controlar a los visitantes. Por cada adulto cobraban 7.50 dólares.

Hasta aquí todo bien. Instagram hizo el resto. Las preciosas fotografías de sus girasoles se hicieron virales y todo el mundo quería visitar sus campos. Los turistas llegaban de todos lados, se saltaban las zonas de paso habilitadas e invadían los campos dañando los cultivos. El resto de la historia os la podéis imaginar.

El girasol es un cultivo bastante frágil, si las hojas inferiores resultan dañadas la planta es menos resistentes a la sequía y las enfermedades. El alcance económico de los daños fue bastante alto.

Fuente. The globe and mail.
 

Esta historia es más antigua, pero tenía que ponerla. Circula en Internet un vídeo de un granjero croata que, harto de que los coches aparcaran en su campo de cultivo todos los domingos de mercado, tras pedir claramente que no se hiciera, decidió dar a los dueños un pequeño escarmiento arando toda la zona que quedaba libre. Acabó ayudando a sacar los coches y aún hubo algún conductor que se quejó porque su coche resultó dañado.

video de un granjero croata
 Aquí tienes el vídeo. Fuente.

Resumiendo

Podemos pensar que el campo no tiene dueño pero lo hay y todo acto tiene una consecuencia. Seamos prudentes. Se habla mucho del impacto que tiene el turismo sobre las ciudades, pero no sobre el medio rural.

El campo, las dehesas, las granjas, los pastizales o la montaña son el lugar de trabajo de muchas personas. Ser responsables es respetar y apoyar su esfuerzo.

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