Recientemente ha sido noticia los resultados de una encuesta que revelan que el 7% de los estadounidenses creen que la leche con chocolate procede de vacas marrones.
La verdad es que no me sorprende mucho, considerando que una amplia mayoría de estadounidenses ven la comida como un producto muy transformado, que apenas recuerda a la fuente original. Y eso a pesar de tener muchas organizaciones dedicadas a hacer mucha y muy buena divulgación agraria.
Vamos a poner esta noticia en perspectiva
En primer lugar, se trata de una encuesta llevada a cabo por el Innovation Centre of U.S Dairy (algo así como un centro de innovación ligado a una asociación interprofesional del sector lácteo) de EEUU que marcaba el inicio de una campaña de promoción de los productos lácteos.
En segundo lugar, era una encuesta on-line, que rellenaron 1.000 adultos. En otras palabras, y sin ser experta en estadística: muy poco representativa, con un diseño metodológico dudoso (¿ cómo asegurarse que los encuestados no han respondido por error, son trolls o simplemente se lo toman a broma ? ), pero que generaba la noticia perfecta para justificar dicha campaña, y sobre todo para que los medios de comunicación hablaran de ella. Y tanto, que ha llegado hasta España.
Casualmente esta noticia ha llegado en pleno cuarto tour del “Proyecto Conocer la Agricultura”
Estas visitas a colegios nos dan cierta idea de cómo andamos de culturilla agraria por estos lares. Mi conclusión, al final de la entrada.
La charla inicial
Seguimos preguntando a los niños qué es la agricultura, y posiblemente el título de esta entrada lo resume todo: para ellos es sembrar, plantar y recolectar, y preferentemente verduras y hortalizas. Hubo incluso una niña del colegio Peñalvento en Colmenar Viejo, que tiró de personaje conocido, aunque algo antiguo, para explicar en qué consiste la agricultura: —”es lo que hacía San Isidro”—.
Para los niños del colegio Hélade de Boadilla, las plantas no toman medicinas, toman simplemente agua. |
Tras hablar de los productos agrícolas que conocen – de nuevo dominan las frutas y verduras, con zanahorias y tomates a la cabeza – y, recordando que nos ayudan a prevenir enfermedades, aprovechábamos la ocasión para preguntarles.
—”Y las plantas ¿se ponen malas?”—Aunque les descolocábamos un poco, enseguida respondían que sí — “se ponen pochas, por no regarlas”—.
Eso si algún niño hubo que habló de hongos, ¡y otro incluso de pulgones!. Supongo que eso de que a las plantas les ataquen otros seres vivos, causándoles enfermedades, no es algo evidente para los niños.
Objetivos
Nuestro objetivo es simplemente hacerles ver que ese riesgo existe, y que el agricultor puede recurrir a productos fitosanitarios para curar a las plantas. Si se quedan con ese palabro y el concepto “las medicinas de las plantas”, nos damos por satisfechas.
La ganadería por su parte, consiste en “cuidar de los animales”, así en genérico. Aunque hubo algún niño despistado, y poco informado, para el que la ganadería es —”ganar mucho”—. Por cierto tienen clarísimo que si se ponen malos los animales es el veterinario el encargado de curarlos.
La Oca
Ya os he hablado en otras ocasiones de nuestra versión del juego. Es muy vistoso, si, pero tiene una pega; es imposible evitar la competitividad de los niños (ya bastante alta de por sí) todos quieren ganar y las explicaciones pasan a un segundo plano.
Y mira que este año hemos hecho un tablero con muchas más cosas que contar. Nuestro personaje se ha puesto un nombre más corto, ahora es Pepe Huertas y tiene una socia ganadera que se llama Mari Lanas.
Los niños del colegio Zola de las Rozas jugando a la oca |
A veces surgen anécdotas o comentarios que dan que pensar. Belén, la monitora que normalmente lleva este juego comentó sorprendida que los niños desconocen por completo que el azúcar sale de una planta. Es normal que al tratarse de un cultivo tropical, muchos no hayan visto una caña de azúcar en la vida…pero la remolacha azucarera, propia de nuestras latitudes, les suena también a chino. Con lo presente que está el azúcar en sus vidas, y lo que le gusta a algunos, no tienen la más remota idea de dónde viene.
El Memory
Con este juego, algo menos vistoso, pero muy agradecido para jugar, aprovechamos el poder de la imagen para introducir algunos conceptos: la importancia del clima, la gran ayuda que supone la maquinaria, la salud de las plantas y el papel de la fauna auxiliar.
Mucho por hacer
Albertina, la monitora que suele llevar este juego confirma que los niños están muy verdes en esto de las abejas y la apicultura: algunos creen la miel se elabora a partir del polen y no tienen del todo claro en qué consiste la polinización ni por qué es tan importante.
La anécdota del día
Una niña, muy asertiva y ecologista ella, no le pareció nada bien que se considerara la amapola como una mala hierba y exigió a la monitora que retirara la foto. Albertina tuvo que contarle que, si bien la amapola es una flor muy bonita, que da color a los campos y que como muchas otras “malas hierbas” puede utilizarse como medicinal, cuando se pone a competir con los cultivos por el agua y los nutrientes, les perjudica bastante.
Algunas de las múltiples tarjetas que componen nuestra versión agrícola-ganadera del memory. |
Del campo a la mesa
Como conté en la crónica del tour anterior, se trata de una especie de mercado en el que los niños tienen que adquirir los alimentos para hacer una receta con ellos. He cambiado la dinámica del juego, para hacerla más rápida y atrayente…y para poder controlar mejor el momento de la compra, que antes era un verdadero frenesí.
Es inevitable una primera explicación. Aquí se ve que los peques del Peñalvento están muy interesados. |
Para conseguir los alimentos tienen que acertar unas preguntas de verdadero o falso, algunas de ellas muy locas o descabelladas; así veo cómo andan de conocimientos agro-nutri-gastronómicos y les hago razonar un poquito. La tendencia natural es responder lo primero que se les viene a la cabeza, pero en cuanto otro grupo u otro niño dice justo lo contrario les entra la duda y empiezan a razonar.
Aquí un equipo del Colegio Andrés Segovia de Leganés discutiendo si van a hacer macarrones, arroz con tomate o pizza. Lo único que les pido es que sea una propuesta equilibrada y saludable. |
Si da tiempo, me cuentan cómo hacen la receta. Esto les suele gustar, aunque se nota que ya Máster Chef ya no les motiva tanto. |
Hay cosas que lógicamente los niños no tienen por qué saber, como cuántos huevos que pone una gallina al día o la cantidad de leche que produce una vaca; por cierto se repite la tendencia de sobreexplotar a pobres las gallinas (¡¡qué gran daño ha hecho la gallina Turuleca!!) y no sacar partido a las vacas de leche.
Donde sí suelen fallar en la denominación comercial de algunos alimentos, por ejemplo los tomates “cherry”, – en un 40% de las veces estaban de acuerdo en que son cruces de tomates y cerezas – o los pollos “camperos”, que viven por ahí sueltos por el monte y el ganadero tiene que ir a cazarlos – a un 50% les entraba la duda de si era cierto o no. También se les hace difícil creer que existan patatas y zanahorias de colores, ya que jamás las han visto. Lo de las pintitas del plátano de Canarias tampoco lo tienen del todo claro, hubo un niño que me dijo convencido que —”los machos tienen pintitas y las hembras no”—.
Hay muchas otras cosas que sí tienen clarísimas:
– que no sólo las vacas de color marrón nos dan carne,
– que el hecho de que las vacas tengan cuernos no tiene nada que ver con el sabor de la carne (a pesar de que algún niño apuntara a que da igual que sean de toro o de vaca ).
– que los yogures de fresa ni de coña se consiguen dando de comer muchas fresas a las vacas,
– que los pollitos cuando nacen son amarillos, no rosas ni azules ni morados. (Hace tiempo pasó esa moda de regalar o vender pollos tintados de colores; mi primer contacto con avicultura, de cuando era una cría ).
– que el trigo no viene del árbol triguero ni el aceite de oliva del aceituno.
– y que las mandarinas, no son naranjas que se han quedado pequeñas por falta de riego, son una especie distinta.
Como conclusión
Afortunadamente y por lo que vemos en los colegios, en España todavía mantenemos una relación algo más normal, o más realista, con la comida y los alimentos.
En mi opinión, en la imagen que los niños se hacen de lo que es, o se supone que es el campo, la agricultura y los alimentos lo que más pesa es su experiencia personal o la de personas cercanas a ellos. Por ejemplo, una niña que ha vendimiado (algo muy poco habitual) tenía claro que las uvas de vino, aunque también se pueden comer, eran distintas de las de mesa. Otra del colegio Los Robles, de Aravaca, hablando del color de la cáscara y del interior de los huevos, me contó que ¡¡las gallinas de su abuelo los habían puesto verdes!!. Por esta razón es tan aconsejable que los centros tengan un huerto escolar activo, o incluso un gallinero.
En el Colegio Carlos Cano de Fuenlabrada se han liado la manta a la cabeza y tienen hasta un gallinero. |
La importancia del entorno
También influye mucho lo que escuchan de los adultos, para bien o para mal. En varias ocasiones me comentaron que la carne de vaca no es saludable —”porque tiene mucha grasa”— o que el trigo integral es más nutritivo —”porque es más sano y no les meten tantas cosas”—. Es incluso frecuente que digan convencidos que el pan no lleva sal: ignoro si es porque no les sabe salado o porque directamente ven la sal como algo negativo. Es una pena no poder conversar más con ellos, pero el tiempo apremia y hemos ido a hablar de agricultura y ganadería, no de nutrición.
Por último, cuando toda esa amalgama de experiencias e ideas preconcebidas se combinan con su imaginación salen respuestas tan geniales como las que hemos visto en este tour y en los anteriores.
Otro detalle. En mi juego “Del campo a la mesa” me gustaba tirarle de la lengua a los niños, y preguntarles si les parecía fácil o difícil el trabajo de los agricultores, — ¡¡ fácil !! — era la respuesta más habitual, y si se veían ellos como agricultores —”psche”— o directamente no era la respuesta en ese caso. Alguna niña, del colegio Jesús y María en pleno barrio de Salamanca, muy maja ella, por no defraudarme respondió —”es que yo ya tengo pensado que voy a ser médica”—. Espero que la cosa cambie en entornos menos urbanos porque a este ritmo lo mismo nos quedamos sin agricultores. Y es que ahí también hay mucho trabajo por delante.
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