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Golondrina en su nido

AVES INSECTÍVORAS: NUESTROS ALIADOS DE PICO Y ALAS

Las tenemos a nuestro lado y nos empeñamos en ignorarlas. Incluso a veces le ponemos la vida más dificil, a pesar de la ayuda que nos prestan. Te contamos más sobre las aves insectívoras en esta entrada.

Por Caridad Calero

Entre 1958 y 1962, el líder comunista chino Mao Zedong demostró, a lo bruto y de manera completamente involuntaria, que no suele resultar buena idea acabar con la fauna silvestre para obtener mayores producciones agrícolas. Se saltó a la torera unas cuantas leyes del funcionamiento de los ecosistemas y acabó provocando el efecto contrario al que buscaba.


Afortunadamente, hoy en día los investigadores, y los gobiernos con un mínimo de sensibilidad, son conscientes del importante papel que juegan los seres vivos silvestres en el equilibrio de los ecosistemas agrícolas. En esta entrada os mostraremos a los representantes, quizás los más conocidos, de este ejercito aliado que además de mantener una lucha biológica constante contra las plagas de los cultivos contribuye a nuestro bienestar.

Pero ¿qué ocurrió en China?

El “Gran Salto Adelante” impulsado por Mao Zedong fue una campaña económica y social que buscaba convertir a China de una nación casi totalmente agraria a una potencia industrial. Para lograrlo, se llevó a cabo entre otras acciones la “Campaña de las cuarto plagas”. Había que exterminar a ratas, mosquitos, moscas y gorriones porque, de una forma u otra, suponían un obstáculo para el desarrollo del pueblo chino.

Los tres primeros se erradicaron con la excusa de mejorar la higiene y la salud de la población. Pero ¿por qué los gorriones? Simplemente comían demasiado grano y eso no ayudaba a aumentar la producción de cereales.

Una lucha sin cuartel contra los gorriones

Efectivamente los gorriones (Passer domesticus) son aves principalmente granívoras. Los científicos chinos de la época habían calculado que cada gorrión consumía unos 4,5 kg de grano al año. Por tanto, por cada millón de gorriones muertos teóricamente se liberaría comida para 60.000 personas. 

Así que puso a todo su pueblo a aniquilarlos. La gente les disparaba, destrozaba nidos y huevos, y sobre todo se dedicaba a perseguirlos y a hacer mucho ruido hasta que cayeran muertos por agotamiento. Hasta el punto de casi extinguirlos en dos años.

Que acabó mal

Si sumamos que al exterminio de los gorriones le siguió una plaga de langosta (una especie de saltamontes capaz de arrasar grandes superficies de cultivos en un día), una sequía en 1960 y la falta de mano de obra desplazada para trabajar en las fábricas, tenemos los ingredientes perfectos para una gran hambruna que causó la muerte de 45 000 millones de personas.

Visto el desastre, a los pobres gorriones no solo los sacaron de la lista de plagas sino que tuvieron que importar cientos de miles de aves desde Rusia para restablecer cierto equilibrio natural.

Lo que nos dice la ciencia

Posiblemente las funestas consecuencias no se debieron únicamente a la manía persecutoria hacia los pobres gorriones, sobre la que advirtieron algunos expertos sin ningún éxito. Es cierto que estas aves sí consumen cierta cantidad de insectos para sacar adelante a sus crías, pero se cree que la campaña de exterminio tuvo que afectar también muchas otras aves.

La vida de las aves en general es intensa, ya que tienen un metabolismo alto que explica ese constante volar de aquí para allá. Y para ello necesitan consumir una gran cantidad de energía, es decir, tienen que estar alimentándose continuamente.

Por tanto, al asustar a los gorriones no solo no les dejaban descansar sino que les hacían invertir toda su energía en huir en vez de buscar granos de arroz. El problema es que, posiblemente, algunas aves insectívoras que compartían hábitat con los gorriones, sufrieron el mismo castigo y cayeron con ellos. Así, tras la campaña de acoso millones de pájaros dejaron de devorar kilos de insectos para mantener su intenso ritmo de vida.

La próxima vez que te tomes algo en una terraza fíjate en los gorriones, no paran. Este es un macho adulto. Fuente: Por JrPol – Trabajo propio, CC BY-SA 4.0,

Aves insectívoras que mantienen a raya a las larvas

Desde hace décadas se viene investigando el papel de las aves insectívoras a la hora de combatir determinadas plagas de insectos. Se sabe, por ejemplo, que los herrerillos y los carboneros – pájaros habituales en bosques, cultivos, parques y jardines – consumen diariamente mas o menos la mitad de su peso en insectos. Eso supone que, a lo largo de un año, un solo individuo devora más de dos kilos y medio de insectos.

Existen estudios e iniciativas para valorar el papel real de estos animalitos a la hora de combatir plagas agrícolas. Cabe citar por ejemplo, la iniciativa “Campos de Vida” impulsada por la Fundación Internacional para la Restauración de Ecosistemas (FIRE) que consistía en la instalación de nidales en viñedos, olivares y frutales. Las aves insectívoras de diferentes especies que criaron en las cajas nido colocadas en un viñedo de doscientas hectáreas consumieron en un solo año 1.009 kilos de insectos y otros invertebrados. Que serían muchos bichitos si uno se pusiera a contarlos.

¿Sabías que una pareja de herrerillos comunes puede capturar en torno a 3.800 insectos para alimentar a los pollos mientras se encuentran en el nido?

También se ha investigado acerca del papel conjunto que ejercen aves e insectos depredadores como las tijeretas, en pomaradas asturianas. En él se ha comprobado que la acción de ambos permite mantener a raya ciertas plagas de insectos que afectan a la producción de manzanas. El vínculo que se ha establecido entre las aves y sus presas puede llegar a ser muy intenso; otro estudio ha descubierto incluso que los árboles parasitados por orugas “avisan” a las aves insectívoras mediante señales químicas para que les hagan una visita de saneamiento. Esto permite a las aves gastar menos energía a la hora de buscar el alimento: ya saben donde tienen que ir primero.

El Carbonero (Parus major, el de la foto) y su prim
o el herrerillo (Cyanistes caeruleus) son grandes consumidores de orugas procesionarias. Las comen entre las hojas de los pinos e incluso abre las bolsas del nido para devorar a las orugas más pequeñas.

Cómo atraerlas

Todo esto no impide que las propias aves insectívoras se zampen también a sus colegas anti orugas. Porque, claro, las aves no distinguen entre insectos “malos” y “buenos” para el ser humano. Estos últimos se utilizan como parte del control biológico, tal como contamos en esta entrada. Porque, en la naturaleza, no siempre uno mas uno suman dos.

La principal pega que tienen las aves insectívoras, como animales silvestres que son, es que pueden aparecer o no, y que no tienen por qué hacer exactamente lo que el agricultor espera de ellos. Estos pajaritos llegan, echan una mano (un pico más bien) reduciendo la cantidad de insectos plaga, pero no les pidas mucho mas.

Sin embargo, dado que su ayuda suele ser muy valiosa, suele ser buena idea atraerles colocando cajas nido en el entorno de los cultivos. También les beneficia cierta biodiversidad: tener árboles y arbustos donde esconderse o plantas que ofrezcan fuentes de alimento complementarias el resto del año. Por esta razón, a priori, serán más abundantes en cultivos ecológicos, de producción integrada o en general donde se observen medidas agroambientales que favorezcan la biodiversidad en general.

Aves insectívoras que nos protegen frente a enfermedades

Hemos hablado de cómo las aves de alguna manera protegen nuestros cultivos. Pero también hay un grupo de aves que regresan cada primavera a criar a nuestros pueblos y ciudades y que nos libran de gran cantidad de moscas y mosquitos, tan molestos como potencialmente peligrosos para nuestra salud.

Estamos hablando de las golondrinas (Hirundo rustica), los aviones (Delichon urbicum) y los vencejos (Apus apus). Se trata de hábiles voladoras que se han adaptado a vivir en entornos urbanos, al menos para nidificar.

Como hemos dicho, estos animales se alimentan casi exclusivamente de insectos voladores (mosquitos, moscas e incluso pulgones) que cazan en sus vuelos acróbáticos. Se ha estimado que una pareja reproductora de golondrinas puede llegar a consumir 1.500 insectos diarios para cebar a sus crías, lo que supone más de 250.000 mosquitos y moscas al año. Mosquitos que son transmisores de enfermedades como el virus del Nilo Occidental, el dengue o la leishmaniosis.


Breve guía para identificar a estas tres aliadas anti moscas y mosquitos. Meter imagen. Fuente: SEO BirdLife.

Tras pasar el invierno en África, estas aves vuelven a sus nidos que, en muchos casos, encuentran destruidos o eliminados.  Estas especies son filopátricas, es decir, vuelven a criar al lugar donde nacieron y reutilizan sus nidos año tras año, ya que ello les permite invertir toda su energía en la crianza de sus polluelos. Por ello, cuando se destruyen sus nidos disminuye su productividad: el tiempo que dedica a construir un nuevo nido no lo emplean en cazar mosquitos con que cebar a sus crías, sacan menos crías al año y lo cual puede suponer la reducción de sus poblaciones.

A la eliminación deliberada de nidos con la excusa de los excrementos que generan (que por cierto está prohibido por ley) se suman otras amenazas: la dificultad para construir en modernas edificaciones (las casas tipo “Minecraft” no tienen aleros), el despoblamiento rural (las construcciones abandonadas no ofrecen cobijo suficiente), las colisiones con coches, edificios o aerogeneradores situados en corredores migratorios y el uso de productos fitosanitarios destinados a combatir insectos (que disminuyen su fuente de alimentación).

Por tanto parece bastante sensato intentar favorecer a estas poblaciones de aves insectívoras. Particularmente a la golondrina y el vencejo, catalogadas como vulnerables. Al menos, sería muy recomendable generalizar el enfoque “One health” del que ya hablamos en esta entrada, y reforzar sus colonias al menos en las zonas de mayor riesgo de presencia de mosquitos como parques, humedales, riberas y cultivos inundables. Aunque se trata de una solución a medio plazo, resulta eficaz, económica y sin peligro potencial para las personas y el medio ambiente. Y ya puestos, enrolar también en este particular ejército alado a los murciélagos, otro grupo de insectívoros que se activan tras la puesta del sol.

En conclusión

Estos pequeños guerreros alados viven cerca del ser humano, los tenemos a nuestra disposición y quizás, llevados por cierta autosuficiencia como especie, a menudo nos empeñamos en ignorarles incluso hacerles la vida mucho más difícil.

Se trata de especies que pueden ayudarnos a controlar ciertas plagas de una manera más sostenible. Su protección (y la de sus hábitats), además de implicar beneficios ambientales también supone mayor bienestar y salud a las personas. Por otra parte, al permitir reducir el impacto de plagas con un menor uso de productos fitosanitarios los agricultores pueden beneficiarse económicamente.

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