La lechuga iceberg se llama así porque se cultiva en el círculo polar ártico. ¿Verdadero o falso?
En nuestras actividades en colegios tenemos un juego sobre alimentos en el que los niños tienen que acertar preguntas de verdadero o falso para conseguir los ingredientes de un menú. Cuando escogen una lechuga, a veces se enfrentan a esta cuestión.
Como ya hemos dicho muchas veces, los niños suelen ser muy listos y eso de cultivar lechugas en el ártico les suena a trola aciertan siempre.
La hipótesis más aceptada
La teoría más extendida apunta a que, tanto esta variedad como sus antecesoras (llamadas de “cabeza crujiente”) eran las únicas capaces de sobrevivir el largo viaje que suponía atravesar de punta a punta de los EEUU. En concreto, lo de iceberg se debe a que, como todavía no existían sistemas de refrigeración, las lechugas iban enterradas en hielo. Es triste pensarlo, pero, en ese país durante mucho tiempo, la iceberg era casi sinónimo de lechuga. A menos que uno cultivara sus propias verduras o tuviera el dinero para ir a restaurantes de lujo.
La lechuga Iceberg que conocemos hoy en día nació algo más tarde, sobre los años 50. Una lechuga barata de producir y capaz de aguantar bien el transporte y conservarse en buenas condiciones durante bastante tiempo se convertía en la “lechuga ideal” para los productores y distribuidores. Por este motivo, triunfó entre los consumidores por su textura húmeda y crujiente, debida a la gran cantidad de agua que contiene. De hecho, algunos piensan que de ahí viene el nombre de iceberg.
¿Sabías que las lechugas que forman un cogollo apretado o cabeza respiran más despacio y por ese motivo se conservan mejor que las de hojas sueltas?
Su momento de gloria
El caso es que desde los años 50 hasta los 70 fue la reina de las lechugas, y casi la única que se producía y consumía en grandes cantidades. De hecho, en 1974 las variedades de hoja apenas alcanzaban un 5% de toda la superficie de lechuga cultivada en California. A partir de esa época las cosas empezaron a cambiar. Algo tuvo que ver la mayor huelga de trabajadores agrarios en la historia de Estados Unidos. Durante la “Salad Bowl Strike” el precio de la lechuga se triplicó de la noche a la mañana y los organizadores pidieron el boicot a los productores que explotaban a sus trabajadores. Una ocasión como otra cualquiera para investigar otras posibilidades en el variado mundo de las lechugas.
Además, ya iban apareciendo mejores sistemas de transporte y conservación aplicables a otras variedades de lechuga. Del mismo modo, la gente viajaba más y podía descubrir lo que se comía en otros países por lo que el panorama fue cambiando para nuestra lechuga cabezona. Poco a poco fue perdiendo adeptos en su país de origen y ganándolos en el resto del mundo (por sus cualidades agronómicas).
La lechuga Iceberg hoy
Una vez fuera del trono, a nuestra pobre lechuga se le empezaron a ver las costuras.
Sobre su sabor, la mayoría la equipara al plástico. Nunca hemos comido plástico y desconocemos su sabor, pero como metáfora nos vale. De hecho, El Comidista la considera más aburrida que comerse un cuaderno y lo más amable que hemos leído es que “está en la base de la cadena trófica de las ensaladas”.
Sin embargo, esta variedad ha conseguido resistir. Sigue siendo popular en Estados Unidos, y todavía supone el 70 % de las lechugas que se cultivan en California. Comparte espacio en el supermercado con sus hermanas más verdes y el componente mayoritario de muchas ensaladas mixtas. Es más, existen restaurantes que la consideran un plato “vintage”.
Y en Europa, ¿somos también de lechuga Iceberg?
Igual que Halloween, el Black Friday y tantas otras cosas, esta lechuga llegó a Europa para quedarse. Y si en Estados Unidos es California el estado que surte de esta verdura al resto del país… ¿Adivináis quién ocupa ese lugar en la Unión Europea?
Pues sí, España. ¿Sabías que nuestro país es el cuarto productor mundial de lechugas? Justo detrás de China, E.E.U.U. e India.
La lechuga, así en general, es la tercera hortaliza más exportada por España. Alrededor de la mitad de la superficie cultivada se encuentra en Murcia, donde en 2019 el 82 % se dedicó a lechuga iceberg y el 80 % de la lechuga exportada se consume en la Unión Europea, (Alemania, Reino Unido, Francia, Países Bajos e Italia). En definitiva, a pesar de su mala imagen, no parece que le vaya nada mal. Incluso diría mejor que en su país de origen.
No sabemos si con esta entrada habréis reafirmado vuestra opinión o habremos despertado en vosotros cierta ternura por una lechuga caída en desgracia. En cualquier caso, os dejamos este vídeo para que probéis el truco si, por las razones que sean, esta insípida cabezona entra en vuestra casa.