Que por mayo era, por mayo,
cuando hace la calor,
cuando los trigos encañan
y están los campos en flor,
cuando canta la calandria
y responde el ruiseñor,
cuando los enamorados
van a servir al amor,
sino yo, triste, cuitado,
que vivo en esta prisión,
que ni sé cuándo es de día,
ni cuándo las noches son,
sino por una avecilla
que me cantaba al albor.
Matómela un ballestero;
déle Dios mal galardón.
Este romance es uno de los más conocidos del Romancero Viejo, conjunto de poemas anónimos compuestos durante los siglos XIV y XV. Nos muestra cómo era el campo en mayo en aquella época. Desde el Blog Conocer la Agricultura y la Ganadería de vez en cuando nos gusta echar la vista atrás y valorar todo el patrimonio – cultural, arquitectónico, literario…- que tiene que ver con estas actividades en nuestro país. Así que vamos a mirar esta pequeña pieza con ojos de gente de campo. ¿Empezamos?
El campo en la Edad Media
En esta época la agricultura y la ganadería eran las principales actividades económicas. El paisaje que no podía disfrutar el prisionero posiblemente se compondría de campos sembrados de cereal intercalados por otros sin sembrar para que descansaran (la técnica del barbecho, que ya vimos en uno de los primeros ABECEAGRARIOS) o sembrados con leguminosas.

El campo estaría llenito de flores silvestres, muchas de ellas asociadas a los cultivos, creciendo tanto en los campos cultivados como en los barbechos; por aquel entonces no había ni tractores con aperos que removieran el suelo, ni herbicidas para luchar contra las malas hierbas. Las parcelas en descanso o ya cosechadas eran aprovechadas por el ganado ovino, que tenía mucha importancia por aquella época (la famosa Mesta). En esta foto vemos a la clásica amapola, la avena loca, la espiga de otra gramínea y al cardo cundidor en una esquinita.


Y ya para redondear esta pequeña dosis de literatura, agricultura y naturaleza, un poco de música: el Romance del Prisionero cantado por Joaquín Díaz.
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