Mas de una vez nos hemos encontrado gente pensativa delante del estante de los huevos sin saber cuáles elegir: “camperos”, “ecológicos”, “sueltas en el gallinero” o en “jaulas acondicionadas”. Puede ocurrir que se impongan las prisas o el bolsillo y se acabe optando por cualquier cartón de huevos de aspecto atractivo y precio razonable.
Desde Conocer la Agricultura y la Ganadería vamos a explicar brevemente las características de los distintos tipos de huevos para que a nadie le falte la información necesaria a la hora de comprarlos.
¿Qué sabemos de la vida de las gallinas ponedoras?
De manera natural, una gallina o un gallo pueden vivir entre cinco y diez años, dependiendo de la raza, el entorno, los cuidados que reciba y, sobre todo, la intención de su propietario. La gallina ponedora comienza a poner huevos sobre los cinco meses de vida y si está bien cuidada y alimentada, puede llegar a poner casi un huevo al día hasta los dos años. A partir de esa edad, las gallinas van progresivamente disminuyendo su producción de huevos.

Sin embargo, las gallinas ponedoras que viven en las granjas intensivas tienen una vida corta y ciertamente intensa. Lo cual no significa en absoluto que vivan mal, si no no serían capaces de producir ¡unos veinte kilos de huevo al año!
Y esa es la primera idea importante que queremos transmitir: un animal de granja que está incomodo o sufre es menos productivo. En otras palabras: da menos leche o huevos, crece muy despacio o se pone enfermo con más facilidad; algo que la inmensa mayoría de los ganaderos intentan evitar a toda costa.
Cumpliendo la normativa
Entonces partimos del hecho de que las normas de bienestar animal – de obligado cumplimiento y bastante exigentes en la UE por cierto– nos garantizan que los animales no van a sufrir.
Pero también es cierto que, entre vivir mas o menos bien y vivir de maravilla, puede haber muchas posibilidades intermedias, tanto para las personas como para las gallinas. Y al menos en el caso de las gallinas (de los pollos de carne hablaremos en otro momento) esas distintas posibilidades también están reguladas. Existen diversas normas que establecen con bastante detalle cómo viven las gallinas en cada modalidad y cómo se muestran estas en el etiquetado. De esta manera, el consumidor puede elegir la que mejor se ajuste a sus circunstancias.
En cualquier caso, hay que tener en cuenta que las posibilidades tecnológicas cambian y la mentalidad de los ciudadanos también. Por tanto los requisitos que exigen las normas también van evolucionando, y con ellos las propias granjas. Sin embargo, es importante recordar que estos cambios no salen gratis al ganadero. Por ejemplo, a partir de 2013 era obligatorio disponer de jaulas acondicionadas (con mayor tamaño, con nidales para las puestas y perchas para que las gallinas durmieran más cómodas). Esto supuso comprar jaulas nuevas, cambiar instalaciones…lo que significaba tener menos gallinas, menos huevos y por tanto menos ingresos.
El sector avícola se ha ido reorganizando desde entonces y cada ganadero o empresa ha optado por producir según una o varias de las maneras que establece la normativa actual. En cualquier caso, una cosa es evidente, cuanto mejor vivan las gallinas más caro costará producir huevos. Enseguida entenderéis el porqué.
La importancia del código del huevo
¿Te has parado a pensar qué significan esos números y letras impresos en la cáscara de los huevos? Este código es muy importante porque nos garantiza la trazabilidad; si hay problemas sanitarios podremos saber enseguida de qué granja procede e incluso de la nave de puesta (en el caso de granjas muy grandes) de donde ha salido el lote de huevos problemáticos.
¿Y por qué hablamos de ese código ahora? Pues precisamente porque mirando el primer dígito el código también es posible saber en qué tipo de granja vive la gallina que ha puesto el huevo que hemos comprado. Del 0 al 3, cada uno corresponde a un sistema de producción, en el siguiente apartado veremos cuales son.

Las cuatro formas de cría
La normativa actual contempla en cuatro tipos de modos de cría y establece como deben indicarse comercialmente.
El número 3 es para “Huevos de gallinas criadas en jaulas acondicionadas”
Hasta hace poco se denominaba “en jaula”, así a secas.
Se puede decir que la cría en jaulas es moderna y antigua a la vez. Representa el comienzo de la producción intensiva de huevos, que se inició allá por los años 50 del pasado siglo. En aquel momento el objetivo era conseguir más huevos por unidad de superficie, pero garantizar su higiene.
El sistema ha ido evolucionando (a mejor) en varios sentidos, pero en esencia consiste en alojar a las gallinas en jaulas, las cuales apilan unas sobre otras. El conjunto está diseñado de tal manera que una vez puesto el huevo, sale inmediatamente de la jaula y se conduce a la zona de envasado por mediante una cinta. De manera similar, los excrementos se depositan en otra cinta que los conduce al exterior de la nave, evitándose el contacto de las aves o los huevos con los excrementos. Estos sistemas, junto con el suministro de agua y pienso así como el control de las horas de luz y oscuridad están completamente automatizados.

Cada jaula debe estar equipada con un nido, una yacija que les permita picotear y escarbar y aseladeros convenientes (es decir, una “cama” de al menos 15 cm por gallina) además de comederos y bebederos apropiados al numero de aves. La norma no especifica cuantos pisos, por lo que pueden existir naves de puesta que alojen hasta 100.00 aves cada una. Las jaulas que se colocan unas encima de las otras, ¡hasta en ocho pisos!
Este es, sin duda, el sistema más cuestionado por una parte de los consumidores, hasta el punto que algunas cadenas de distribución directamente ni lo ofrecen a sus clientes. Viendo estadísticas oficiales se observa claramente como en España ha ido disminuyendo su importancia desde principios del 2000 frente al resto de sistemas de cría.
Sin embargo, conviene no olvidar que todas las mejoras hechas a este sistema han permitido incrementar la productividad de las granjas, lo cual permite producir huevos a precios asequibles a una parte significativa de la población.
¿Sabias que una tercera parte de las ponedoras en España ya se alojan en sistemas libres de jaulas ? Es un buen dato que además va creciendo poco a poco, pero todavía está lejos del promedio de la UE (55%).
El número 2 es para “Huevos de gallinas sueltas en el gallinero”
Hasta hace poco se llamaba “en suelo” simplemente.
Como su propio nombre indica, las aves no están enjauladas pero viven toda su vida en el interior de un edificio. Las instalaciones cuentan con comederos, bebederos, aseladeros y nidales diseñados y dispuestos de tal manera que pueden utilizarlos sin competir unas con otras. El suelo estará cubierto por yacija (serrín, virutas de madera u otros materiales) al menos en un tercio de su superficie. El resto suele ser un enrejillado, diseñado para soportar adecuadamente los dedos anteriores de las patas de las gallinas.

¿Sabías qué el manejo de los huevos está tan automatizado que el consumidor es la primera persona que lo toca tras la puesta?
El número 1 es para los “Huevos de gallinas camperas”
Además de cumplir con las normas de gallinas en suelo en lo que respecta al interior del gallinero, los animales deben poder acceder durante el día a un espacio al aire libre.
Este espacio estará cubierto de vegetación en su mayor parte y, salvo excepciones, no se utilizará con otros fines. De esta manera las gallinas pueden disfrutar mas de la sensación de poner “las patas en la tierra”, escarbar y picotear bichitos, semillas o cualquier cosa que les llame la atención. Puede ser que el espacio al aire libre sea tan grande que no se pueda cubrir para proteger a las gallinas de predadores. Por esta razón, los espacios al aire libre no pueden extenderse más allá de cierta distancia desde la trampilla de salida del gallinero, la cual puede ampliarse si se coloca un número suficiente de refugios.

El número 0 es para las gallinas de producción ecológica.
En cuanto a funcionamiento, este sistema es muy similar al de las gallinas camperas, pero al regirse por el reglamento de producción ecológica se encuentra con varias restricciones adicionales.
Estas restricciones mejoran ligeramente el bienestar de las gallinas pero, sobre todo, son acordes con los principios de la producción ecológica: manejo de los animales, alimentación (piensos ecológicos procedentes como mínimo en un 30% de la propia explotación) y no utilización de medicamentos veterinarios alopáticos de síntesis química y/o antibióticos en tratamientos preventivos.

Si quieres ver las gallinas dentro de cada tipo de alojamiento, no te pierdas este video.
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