¿Qué tendrán que ver las flores con la agricultura? Pues mucho, porque muchas de ellas llegan a tu plato de muy distintas maneras, y alguien tendrá que producirlas ¿no? En esta entrada te contamos cuáles son.
Antes de empezar, recordemos que las flores son los órganos de las plantas destinados a la reproducción. Las hay que confían en el aire para hacer parte del trabajo, y otras que se lo encargan a los animales polinizadores, a los que atraen utilizando intensos aromas y colores brillantes o ambas cosas a la vez. Si lo consiguen, la planta habrá conseguido su objetivo: formar frutos o semillas con las que perpetuarse.
Flores de toda la vida que resulta que son comestibles
Eso de poner en el plato pétalos de flores comestibles – como el romero, la lavanda, la rosa, la violeta, el pensamiento, el jazmín y muchas más – es algo que ya no nos sorprende, aunque no sea muy común. De hecho, no se consideran legalmente como alimento y para conseguirlas los chefs recurren a productores especializados, ya que se trata de un producto muy delicado. Por cierto, ni se te ocurra comerte las del jarrón ya que pueden estar tratadas.
Flores que quizás no sepas que lo son
Ya sea porque no las hemos dejado desarrollarse o porque sólo nos comemos parte. En este grupo hay unas cuantas que te van a sonar un poco.
Brócoli
El brócoli, la coliflor y el romanesco son lo que un botánico definiría como una inflorescencia (grupo de flores) inmadura. En otras palabras, lo que nos comemos es todo el tejido vegetal que sostiene y da lugar a las futuras flores.
Alcachofa
La alcachofa por su parte es la flor, todavía cerrada e inmadura de un cardo, Cynara scolimus, de origen mediterráneo.
Crecen muy despacio y se recogen inmaduras, cuando apenas se han desarrollado esos pelitos de la base, los futuros pétalos, que son tan molestos cuando aparecen.
¿Sabías que las alcachofas se consideraban una exquisitez en Roma?
Alcaparra
Otra flor escondida es la alcaparra, Capparis spinosa. Esas cosas chiquititas que acompañan al salmón o le dan su gracia a la salsa tártara, realmente son capullo de una flor, muy bonita por cierto. No confundir con los alcaparrones, que también se preparan en encurtidos y son los frutos inmaduros de la esa misma planta, casi del tamaño de una aceituna.
Azafrán
También mediterráneo y no identificable a simple vista es el azafrán. Una flor tan importante en la gastronomía que le hemos dedicado una entrada a ella sola.
Aquí solo diré que lo que aporta ese inconfundible aroma a tantos platos son las partes femeninas una vez secas de la flor de Crocus sativus, una planta bulbosa pariente de lirios y tulipanes.
Clavo de olor
Esta última no la comemos, pero la utilizamos por su aroma y sus propiedades medicinales.
Esa especie de clavos de aspecto leñoso son los capullos florales inmaduros de un árbol tropical, Syzygium aromaticum, recolectados justo antes de abrirse y que se secan durante varios días. Su especial aroma se debe al eugenol, una sustancia con propiedades antimicrobianas y entumece las terminaciones nerviosas…quizás ahora entiendas por qué la consulta del dentista tiene ese olorcillo a clavo.
¿Sabías que el clavo es la especia con mayor concentración de moléculas aromáticas?
Las que huelen de maravilla
La agricultura no sólo nos da de comer, también se cultivan plantas para obtener las esencias que producen sus flores. No me voy a entretener con ellas, pero sería injusto no mencionar aquí al azahar, la lavanda o la rosa damascena.
Otras dos que no podían faltar
Ni se comen ni dan olor, pero no podían faltar el girasol o el algodón si hablamos de flores y agricultura. El girasol alegra el campo en verano, justo cuando está todo seco. Hasta vienen los japoneses a verlos a la campiña sevillana.