El regadío es casi tan antiguo como la misma agricultura, el hombre lo conoce y lo practica desde hace muchísimo tiempo, ya que el agua permite obtener cosechas mucho mayores.
Según la RAE, el “regadío”, utilizado como adjetivo, es “un terreno que se puede regar”, y, utilizado como nombre, se refiere a los terrenos que son más fértiles gracias al aporte de agua. El Ministerio de Agricultura, de cara a realizar las estadísticas agrarias, considera a un cultivo de regadío como aquel que “a lo largo de su siembra o desarrollo ha sido regado, al menos una vez”.
Algunos ejemplos de cultivos de regadío
Hay siembras que para crecer necesitan un mayor o menor aporte de agua durante su desarrollo. Esta pueden recibirla de la lluvia o a través de tuberías, rociadores o goteros. Dependerá del lugar de cultivo para que se considere de secano o de regadío.


Distintas formas de aportar agua a los cultivos


¿Sabías que los sistemas de riego localizado (goteo), han ido imponiéndose a los de superficie, e incluso a la aspersión?
Según la Encuesta sobre Superficies y Rendimientos de Cultivos que elabora el Ministerio de Agricultura, los goteros riegan ya el 57,9 % de la superficie, mientras que los aspersores por un lado y los caballones y la azada por otro, se reparten cada uno aproximadamente a la mitad el 40% de la superficie restante.
En inglés se utiliza irrigation para referirse a la acción de regar e irrigated o irrigable land para referirse a los terrenos de regadío. Los rociadores del riego por aspersión son sprinklers y los goteros son drippers o emitters.
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